«Mi madre era muy devota de San Antoniu, yo lo soy, pero egoísta, me acuerdo de él cuando pierdo algo»

Pedro Antonio Carrio pregonará, en un mes, les Fiestes de San Antoniu en Cangas de Onís
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photo_camera Pedro Antonio Carrio, pregonero de San Antoniu en Cangas de Onís.

Pedro Antonio Carrio nació hace 75 años en Santianes de Ola (Cangas de Onís), «pero desde que tengo cinco años estoy vinculado al Fondón y La Pedrera, el barriu donde siempre viví y sigo viviendo».

Carrio, como le llaman cariñosamente los que le conocen, pregonará el mes que viene las fiestas de San Antoniu en Cangas de Onís.

– ¿Es usted devoto del Santu?

– Mi madre y mi tía lo eran, y mucho, siempre ponían velas al santu cuando yo tenía exámenes. Yo lo soy, pero de manera egoísta, me acuerdo de él cuando pierdo algo.

– ¿Cómo lleva lo de pregonar este año las fiestas canguesas?

– No crea que acepté a la primera, me lo pensé y ahora llevo unos días dándole vueltas al pregón porque no quiero olvidarme de nada ni de nadie.

– Estudió Magisterio, ¿nunca le tiró lo de ser guardia civil, como lo era su padre?

– La verdad que no. Y eso que entre los siete y los diez años estuve interno en un colegio de huérfanos en Madrid. Mi padre murió cuando yo tenía tres años y no tengo ningún recuerdo de él. Yo tenía muy claro que quería ser maestro de pueblu.

– ¿Lo fue siendo un veinteañero?

- Sí, porque hice el Bachillerato Elemental en el Rey Pelayo de Cangas de Onís y después la prueba de ingreso, tenía que ponerme a trabajar cuanto antes, así que no hice el Bachillerato Superior. Acabé Magisterio y después en la oposición saqué el número dos y pedí una plaza que había en  Arenas de Belonciu (Piloña), los que estaban en el tribunal no se lo creían, que no eligiese Oviedo o Gijón... hasta me preguntaron si tenía pensado pedir la excedencia... pero como le dije antes, yo quería ser maestro de pueblu.

«Creo que Cangas no le ha mostrado el aprecio que se merece a la figura de Juan Noriega, el inspector

– Y anduvo varios antes de recalar en Cangas de Onís.

– Sí, pero me gustaría decirle que la experiencia en Belonciu no podría haber sido mejor, hasta tengo allí una ahijada, Mirta, que nació el año que estuve allí de maestro. Después me fui a la Fundación Revillagigedo en el Natahoyo de Gijón y de allí vine para San Juan de Beleño; de allí a la escuela de Villanueva (Cangas de Onís), donde cogí el relevo de Ramón Prada y, en 1975, me tocó inaugurar el Colegio Público Reconquista, éramos 18 profesores para 540 rapaces, haga números... Fue una experiencia increíble, en un colegio nuevo, con dotación y equipamiento que no había visto en la vida. Fui 19 años director del centro, con un equipo de compañeros increíble y en contacto permanente con una persona a la que yo creo que Cangas no le ha mostrado el aprecio que se merecerá la figura del inspector Juan Noriega, un fenómeno en organización escolar, además de magnífico escritor y pedagogo.

– Y se jubiló en el Rey Pelayo...

– Para un educador no hay mayor honor, al menos es lo que yo pienso, que jubilarse en el centro donde estudiaste. En el Rey Pelayo impartí Matemáticas formando parte de un departamento de magníficos profesionales y bellísimas personas.

– La otra imagen que tienen de usted los que le conocen es la de montañeru.

– Empecé a salir al monte a los 18 años con Calín y me enganchó. Debo de ser de los socios más antiguos del Grupo Peña Santa. Recuerdo cuando nos reuníamos en el sótano del Banco Herrero, que era la sede oficiosa del grupo.

–  Echando un vistazo a su muro de Facebook, a las fotos... de caminar por Ponga nunca se cansa.

– Ponga es una maravilla y, ahora que me aficioné a la fotografía de fauna, no hay mejor lugar.

– No le he preguntado, pero supongo que alguna juerga se correría en San Antoniu.

– Si claro. Pero son unes fiestes que en esa época buena, cuando estás estudiando, caen mal, porque junio es época de exámenes, de reválidas, de la PAU...

– ¿Cambiaron mucho les fiestes de aquella época de estudiante, a las de ahora?

– Ya se puede imaginar. Pero yo lo que quizás más añore sea La  Jira, porque a mí me tocó aún la auténtica, en aquella finca donde no había nada. La construcción del Colegio Reconquista trajo eso de malu y después el frontón, acabaron con lo que era la Jira de verdad.

– Casi se me olvida, ¿un partido político también le "tocó" con la intención de que fuera candidato a alcalde?

– Uno no, dos, y de muy distinta ideología [se ríe].. Nunca me lo planteé y tenía claro que los domingos los quería para salir al monte y no para compromisos institucionales.