Desde primera hora, operarios del equipo de Obras del Ayuntamiento de Cangas de Onís han comenzado a talar los dos magnolios que forman parte de la imagen del parque cangués. Dos árboles de porte imponente en los que muchos cangueses tienen recuerdos de infancia, como nos contaba esta mañana Alicia Laria quien aseguraba que «hoy los niños de Cangas, ya adultos, estamos de luto porque no hay uno de nosotros que no haya trepado a uno de los magnolios o se haya resbalado, a pie o con la bicicleta, con sus hojas húmedas en el suelo».
Sin embargo y a pesar de la tristeza, la tala de los dos magnolios del parque de Cangas de Onís es un asunto de seguridad. Uno de ellos no rebrotó al final del invierno, rompiendo el patrón de llenarse de botones de flor como anticipo de la primavera. Un hecho que alertó al Consistorio, que aprovechó el control que se realiza a los árboles del Robledal de San Antonio para hacer lo propio con los magnolios del parque. El diagnóstico no fue una sorpresa, ya que constató que el árbol estaba seco. Lo que sí lo ha sido es la recomendación de estos profesionales de que es necesario podar también a su compañero.
El análisis fitopatológico y mecánico no solo reflejó que ambos árboles ya han cumplido incluso más años de los que puede vivir esta especie vegetal, unos 60. También hemos sabido gracias a él que las raíces de ambos árboles se encuentran unidas por lo que la muerte de un ejemplar trae consigo también la muerte del otro. Una razón de peso para tomar la decisión de retirar ambos dos, y más teniendo en cuenta que están situados en un parque infantil, ya que la situación es calificada de riesgo por el «elevado factor diana». O, dicho de otro modo, las posibilidades de que la caída de un árbol impacte sobre personas.
Así las cosas, la seguridad de viandantes y niños se impone. Y, con cada corte de las ramas de los magnolios, vecinos de todas las edades se despiden de los árboles .
