Sinsentido en la barrera de los Lagos: así es la norma, no comunicada al ayuntamiento, que impide el acceso a los ganaderos

Esta nueva regulación, que obliga a los ganaderos a esperar hasta dos horas y media, no ha sido comunicada al ayuntamiento cangués

 

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photo_camera De izquierda a derecha: José Ramón Sierra, concejal de Ganadería; Toño García, regidor de pastos de la Montaña de Covadonga; José M. González Castro, alcalde de Cangas de Onís; y Jesús, el ganadero que ha notificado la nueva norma.

Jesús, vecino de La Estrada, llegó hace más de una hora a la barrera que regula el tráfico para subir a los Lagos cargado con agua para atender a las casi 40 vacas que tiene en una finca. «Y aquí estoy esperando porque, la última, es que solo puedo pasar detrás de un convoy de autobuses y, además, avisar de a qué hora voy a bajar», nos cuenta entre desesperado y cabreado, «el otro día estuve más de dos horas y media esperando, ¿qué pasa si llevo un camión cargado de animales? Que se me mueren y nadie responde por ellos».

Esta nueva norma, que los ganaderos que quieren subir a los Lagos con tractores solo pueden hacerlo en el horario de un convoy de autobuses, ha sido la gota que ha colmado el vaso de José M. González Castro, alcalde de Cangas de Onís. A él llamó Jesús para quejarse de lo que estaba sucediendo y así ha sido como el primer edil se ha enterado de la nueva ley. «Hoy nos enteramos por un ganadero que ahora los tractores y los camiones agrícolas tienen que esperar a que pase un autobús y subir detrás del autobús», contaba el alcalde de Cangas de Onís, «cuando los autorizados deberían tener prioridad, que los autorizados son ganaderos a título principal y vienen a hacer su trabajo».

Es una vergüenza que el Gobierno del Principado y el Parque Nacional se saquen normas de la manga, que solo perjudican a un sector que ya está ahogado, y el ayuntamiento se entere porque un ganadero llame a un concejal, al alcalde o al regidor de pastos

Así ha sido, de hecho, lo que ha pasado hoy. Y allí, en la barrera, se encontraba el alcalde acompañado de José Ramón Sierra Suero, concejal de Ganadería, y el regidor de pastos de la Montaña de Covadonga, Toño García. Un hecho, el de la espera, que no ha hecho más que calentar los ánimos. «Estamos aquí viendo turismos que están pasando sin ningún problema», contaba, «turismos que no sabemos por qué están autorizados suben, ganaderos que son del municipio y que van a hacer su trabajo no pueden subir a menos que pase un convoy... y todo esto pasa mientras el Ayuntamiento de Cangas ya ha propuesto modelos de accesibilidad para trabajar de forma conjunta con el Principado, y en los que se contempla el turismo, que es muy necesario, pero también a los ganaderos».

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Luego al Gobierno del Principado se le llena la boca diciendo que va a ayudar a la ganadería asturiana, que empiecen desde Cangas y desde la carretera de los Lagos

Preguntado al primer edil sobre quién es responsable de toda esta situación, la cosa es todavía más rocambolesca. «Rodrigo Robledano, director del Parque Nacional, dice que la culpa es de la Dirección General de Tráfico», cuenta González Castro con sarcasmo, «la DGT solo ejecuta las normas que le dicen, y los únicos responsables son el Parque Nacional y el Gobierno del Principado.

El problema de la barrera de Covadonga, algo que viene de lejos

Y es que, tal y como contaban los tres, los problemas de acceso de los casi 200 ganaderos con licencia de pastos en la Montaña de Covadonga vienen de lejos. «Desde que se puso la barrera, tenemos problemas de acceso constantes para los ganaderos que pagan su licencia de pastos», contaba el alcalde de Cangas de Onís, «la barrera no reconoce muchas matrículas, tampoco las que empiezan por la "O" y, en el caso de los tractores que no tienen matrícula delantera, tampoco se abre». González Castro contaba bastante enfadado que estos son problemas «que llevamos trasladándole al Parque Nacional y al Gobierno del Principado de Asturias los últimos cinco años, pero lo que está pasando hoy aquí y ahora mismo con Jesús es un atropello».

Ellos, los ganaderos, son los principales valedores del Parque. Ni el Principado ni Rodrigo Robledano

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Hasta hora y media tuvo que esperar Jesús para poder llevar agua a su ganado.

«Aquí en la barrera siempre había un guarda; llegaba este hombre, que le conoce, y abría», contaba Toño García, «pero ahora ya no hay guarda con lo cual le han dado una vuelta más a la rosca, ¿te imaginas que hubiera un camión cargado de vacas y tuviera que esperar más de una hora para poder subir? Esto hay que solucionarlo de alguna manera porque los que estamos trabajando necesitamos poder subir». El malestar de Toño García es, en realidad, el de todo el colectivo al que él representa. «No me extraña que la gente abandone, la gente está muy cansada», declaraba, «los ganaderos conocen la carretera perfectamente y no pueden estar esperando a que suba un autobús, ¿y si tienen una vaca de parto? Igual se muere antes de que puedas cruzar la barrera».

Ves pasar autobuses vacíos mientras a ti no te dejan subir a hacer tu trabajo, y te lo condicionan a unos horarios de autobús. La gestión no puede ser peor

Jesús asiente mientras escucha, y no disimula ni un ápice su enfado. «Tengo más de 30 animales en una finca sin agua, y aquí llevo esperando más de una hora», decía, «yo pago por tener los animales, yo soy ganadero y además tengo otro trabajo, con un horario... si tengo una hora libre para subir no puedo estar aquí esperando a que suba un convoy». El propio ganadero comenta que las normas de acceso se endurecieron especialmente tras el accidente del pasado verano. «Yo puedo provocar un accidente ¿y todos los turismos y los taxis que suben a toda pastilla? La carretera no la estropeamos los ganaderos, los estropean todos esos autobuses gigantescos que pasan el día subiendo y bajando», declara, «aquí se cargaron el pastoreo porque no se puede hacer nada», decía.

No hay pastores, no hay ganaderos y el Parque Nacional que tanto cuidan se está convirtiendo en una selva... y en una selva ya todos sabemos lo que puede pasar

Y los ganaderos no son los únicos. «El otro día, los repartidores de bebida estuvieron casi tres horas arriba», contaba Jesusas, «porque tampoco podían bajar y lo consiguieron a la 1 de la tarde... ¿qué tienen, que repartir de noche por las normas de la barrera o cómo?».

Los vecinos y el parking improvisado que es Covadonga, la otra cara de la barrera

Al problema con el que se enfrentan los ganaderos día si y día también hay que sumar el de los vecinos. «Aquí, detrás de la barrera, hay cuatro casas», contaba el alcalde cangués, «que tienen problemas todos los días con la barrera para cosas tan básicas como que venga un electricista a arreglar una avería o recibir un paquete». Pero la cosa va todavía más lejos, como nos cuenta una vecina presente allí. «No pueden venir a casa ni familia ni amigos porque su matrícula no está autorizada y, además, no hay dónde aparcar porque la gente que sube a los Lagos desde Covadonga deja aquí el coche».

Tenemos problemas diarios en nuestra vida normal, y casi cada día

Y es que la barrera no discrimina. Así que, cuando considera que hay 300 vehículos arriba en los Lagos o cuando nieva, que la carretera se cierra, estas familias tampoco tienen acceso a su casa. «Y esto llevamos años diciéndolo y seguimos igual», comentaba el alcalde cangués, «y así no puede ser: el acceso a los Lagos tiene que conjugar al turismo con los vecinos y los ganaderos»