MARIJE AMIEVA

Terceras elecciones

En realidad, la situación responde a la lucha fratricida que mantiene la izquierda espñola, contemplada por un exultante PP

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Si la sensatez no se impone entre los diputados, habrá terceras elecciones. A día de hoy, con las negociaciones atascadas, parece que necesitamos poco menos que un milagro que evite “tripitir” comicios. Los líderes políticos se llenan la boca predicando que el problema parte de las diferencias programáticas entre las distintas fuerzas. Mienten como bellacos. ¿En serio que solo un partido esta en posición de la verdad suprema e iluminadora para gobernar? ¿Alguien con dos dedos de frente puede pensar que su formación nunca se equivoca y el contrario es incapaz de hacer algo bien? ¿Cómo es posible que no encuentren ninguna iniciativa buena en los demás programas y un solo error en el propio? Nos toman por idiotas.

En realidad, la situación responde a la lucha fratricida que mantiene la izquierda espñola, contemplada por un exultante PP, que ha corrompido hasta las gaviotas. Los españoles les importamos un carajo, oigan. Lo que realmente les preocupa son sus sillones y sus respectivos partidos políticos, instrumento indispensable para alcanzar asiento con emolumento. 

No hace falta ser un lumbreras para entender que unas terceras elecciones otorgarían una mayoría amplia al Partido Popular, en tanto en cuanto es la única garantía para formar Gobierno. Votar PSOE o Podemos significa volver a dividir la izquierda y, por tanto, quedarnos como estábamos. Socialistas y podemitas lo saben, pero les importa un bledo. Su prioridad es sabotearse mutuamente hasta aniquilarse. Prefieren una mayoría absoluta del PP que ceder un milímetro en sus pretensiones. La lógica indica que PSOE, Podemos y Ciudadanos son la única alternativa razonable al PP. Ni “manos manchadas de cal”, ni Venezuela, ni Ibex 35: no tienen excusas. Son los partidos mas votados del Estado después del PP y, por tanto, los únicos legitimados por el conjunto del país para disputarle el gobierno a los populares. Sería una bofetada al resto de comunidades autónomas depositar la soberanía del Estado en manos de catalanes, valencianos o vascos cuando se puede recurrir a un partido que reivindica los derechos de todos, y no de unos pocos. 

Si no son capaces de resolver el problema, es que forman parte del mismo. Si nos llevan a unas terceras elecciones a sabiendas de que el Partido Popular podría arrasar, es que quieren que gobierne el PP. Si anteponen sus partidos a la voluntad de los españoles -que ya no saben como decirles que tienen que pactar- es que vivimos es una partitocracia. Si PP, Podemos y PSOE se empeñan en seguir secuestrando el país, habrá que ilegalizarlos. Es cierto que existe otra opción menos drástica. La solución a este galimatías son las listas abiertas, es decir, marcar una cruz junto a la persona que nos guste, y no dar un cheque en blanco a un partido. Pero de eso sus señorías prefieren no hablar, por si acaso...

 

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