Opinión

La Administración Asturiana

«El Principado tiene que pedir más créditos para poder seguir pagando, para cubrir créditos de otros años y liquidarlos», dicen las noticias de estos días.

Les pongo un ejemplo simplón: usted  va al dentista y la pregunta del galeno siempre es la misma :

¿A usted qué le duele? Nada, le responde el paciente. Inmediatamente la respuesta del profesional de la sanidad, será: si no le duele nada, a qué demonios viene aquí. ¿Qué quiere que le resuelva?

La Administración Asturiana –como otras muchas más – es un desastre. A los administradores no les duele nada, porque su bolsillo ta atacáu.Y… ¿será por dinero?

Noticia de hace unas semanas:

El 96%  de ayudas para subvenciones a la energía fotovoltaica (placas solares) sin poderse tramitar. De más de 3.000 solicitudes, solo se pudieron pagar 9. Aduce el jefe del negociado que piden tantas cosas que es imposible acelerar más los trámites. Corcho, señor Barbón, pague intereses de demora en la misma cuantía que su representada. Tararí, que te vi…La Administración es el mayor enemigo del ciudadano. Y es fácil de entender. Cuando usted tiene para fundir todos los meses 5/6.000 euracos, no administra, tira p’alante y punto. No saben administrar ni su propia casa, como pa administrar Asturias. Así nos va.

Si usted tiene la desgracia de tener un juicio –maldición del gitano incluida–, no vea la cantidad de papeles que rellena el señor Juez para llegar a la sentencia, que no le lleva una página.

Y es normal. Dicen, y se quedan tan ufanos, que la instrucción del sumario de un juicio X tiene 120.000 páginas. Hagamos un cálculo pequeñín:

120.000 páginas entre 12 meses, son 10.000 páginas al mes que, entre 20 días laborales, tocan a 500 páginas diarias. NO LAS LEE NI EL TATO y, si las lee, menuda pérdida de tiempo porque no se entera de una. Pero es que la Justicia va como los mismos pasos a seguir para hacerte juez.

El sistema data de finales del siglo XIX y luego se va actualizando en décadas siguientes del siguiente siglo. Problema: en aquellos finales del XIX no había ordenadores ni teléfonos móviles, ni na de ná. Había pregoneros y poco más. Ahora en todas las fiestas de pueblo que se precie, designan a un pregonero, que se lleva unas cuantas cuartillas preparadas de casa y suele soltar un rollo que lo suelen escuchar  la parentela y algunos despistados. Yo solo eché un par de pregones; no preparé nada en casa, y todo lo más que llevaba eran unas pequeñas notas en una tarjeta. Juro, prometo y voto que en los lugares que pregoné no estaba ningún pariente y la gente aplaudía a rabiar. Porque yo cuento mis verdades d’aquela manera y suelen gustar. Por eso solo me invitaron a dos. Las verdades como las que hoy les cuento no gustan.

Y en qué consiste el asunto para hacerte Juez de los que dicen lo de las 120.000 páginas. Pues para ser juez, te pasas  unos cuatro años de a ocho horas diarias aprendiendo leyes como un “papagallo”, para luego sacar una bola de un saquito y dar la perorata de un tema ante un tribunal de doctos profesionales de la Justicia, a los que pretendes dar por el saco.

Pero hombre de Dios. ¿Es que es imposible cambiar la Administración?

Y el Consejo General del Poder Judicial, cinco años fuera de la Ley, sin renovar...

Pues “hala”, que no es pechuga. A seguir pidiendo créditos, que ya los pagarán los que llaman administrados, que en realidad son: MAL ADMINISTRADOS.