Por la mañana los más pequeños tuvieron un auténtico parque de juegos en la plazoleta de la iglesia canguesa que se llenó de cochecitos, bicicletas y triciclos engalanados para la ocasión.
El tradicional desfile de coches llegaba por la tarde con la participación de casi una treintena, disfrazados la mayoría y luciendo impecables carrocerías algunos clásicos como un Rolls Royce Princess de 1960, propiedad de Ramón Martínez o un Chrysler de 1952 del parragués “Lolu”. San Cristóbal desfiló sobre el techo del vehículo de uno de los organizadores y allí permaneció la imagen mientras en la iglesia se celebraba una misa en su honor.
Tras desfilar por Cangas de Onís la caravana de vehículos enfiló rumbo a Covadonga donde, a la puerta de la Basílica, el abad Juan José Tuñón fue bendiciendo uno a uno a todos los participantes.
Como en años anteriores los organizadores tributaron un homenaje a veteranos conductores: Evaristo Morán Barro, de Avín (Onís) y las canguesas Mate Blanco del Dago y Raquel Alonso Soto.