«Él espera todo el año para subir a ver a la Santina salir del agua», dice emocionado Juan Carlos Díaz, «y ni se nos ocurre plantearnos no llevarle, ni siquiera ahora». "Él" es Emilio Fernández: un vecino de Corao que tiene la friolera de 94 años, que fue pastor en la Montaña de Covadonga en su juventud y para quien el 8 de septiembre está grabado a fuego en el calendario. Tanto que, de los 52 años que hace que se realiza la misa de campaña en la que se saca a la Santina de los pies del Picu Bricial, él lleva acudiendo 51. «Y el año que falló fue porque estaba en el hospital, relata Juan Carlos.
Emilio no es una más de las 200 personas que ayer se congregaron en torno a Enol para ver a la Santina. Es para el equipo de buzos que vienen de Gijón como para el propio sacerdote, que viene expresamente de Madrid para esta homilía, alguien imprescindible en esta jornada tanto por su devoción como por el hecho de que nadie ha sido tan asiduo a esta cita religiosa como él.
Tampoco le frenan ni su edad ni su condición. «Él está delicado, pero con su silla de ruedas y todo tuvimos que bajarle hasta el pie del lago», decía su nieto, «él tiene que verla salir del agua, tiene que darle un beso y luego se deja querer por todas las mujeres que acuden a la misa». Y un año más, y van 51, se ha salido con la suya.
