Kris M. García-San Miguel, guardesa de Collado Jermoso, publica una novela inspirada en Picos de Europa

"Teko y los Picos de Europa", su primer libro que además cuenta con ilustraciones, es un fábula de naturaleza, valores y experiencia vital.
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photo_camera La autora, Kris M. García-San Miguel, con su obra "Teko y los Picos de Europa".

Hay pocas personas para las que la alta montaña sea tan hogar como en el caso de Kris M. García-San Miguel. Una mujer que, además de ser la actual guardesa más antigua Collado Jermoso, es la única que ha encontrado a tantos metros de altura y en su propia experiencia viviendo allí la inspiración para dar forma a "Teko y los Picos de Europa". Una novela ilustrada dirigida a un público juvenil y que narra la historia de un rebeco que siente que el mundo se le queda pequeño y decide, acompañado de una chova, descubrir una cordillera que esconde aprendizajes y realidades. 

Este viaje literario coincide, en gran medida, con el periplo personal de la autora que empezó a fraguar la historia de Teko casi por casualidad una noche de insomnio. «Una noche de hace 12 años que no podíamos dormir, mi pareja me pidió medio en broma que le contara un cuento», cuenta entre risas, «y ahí empecé a escribir la historia de Teko, que entonces no tenía nombre y que de alguna manera era un reflejo de quién soy. Empecé a escribir en un momento muy bonito de mi vida, en el que vivía una historia de amor y en el que había descubierto que la montaña era mi sitio».

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Collado Jermoso es escenario de la novela "Teko y los Picos de Europa".

Desde aquella noche insomne, han pasado más de 10 años. Algo más de una década en la que esta diseñadora gráfica nacida en Oviedo y formada en Salamanca y Madrid encontró en Collado Jermoso su pulmón y su paz. «Vivir en el refugio te tiene que gustar», dice, «no deja de ser alta montaña. Antes había más soledad, ahora no tanto. El ser humano se ha dado cuenta de lo malo que es el estrés, y la montaña te da esa medicina. Es la parte más primitiva, más instintiva y animal. Y aunque en el refugio hay comodidades, la conexión con la naturaleza es brutal». 

La maternidad, el punto de inflexión en "Teko y los Picos de Europa"

«Empecé la novela siendo Teko», comenta Kris M. García-San Miguel, «y acabé de escribirla siendo su madre». Un reflejo de que la propia maternidad de la autora marcó una historia ilustrada por Cris Ramos, y que se transformó en realidad en una conversación con una compañera del refugio. «Un día hablábamos de que los libros de montaña son o para niños muy pequeñitos o biografías para adultos. No hay literatura juvenil de montaña», declaraba a EL FIELATO explicando cómo decidió darle forma a la historia de este rebeco que no deja de ser cualquier alpinista al que le encanta su vida en la montaña y, a la vez, su zona de confort. «Como muchos alpinistas, este rebeco necesita jugarse la vida», decía, «ese sentimiento tan bestia era el que yo quería reflejar en Teko». Un nombre que responde a cómo llama su hija mayor, Elba, a estos animales por los que siente auténtica fascinación.

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La autora junto a su pareja y titular del refugio de Collado Jermoso, Pablo Sedano, y sus dos hijas, Elba y Nara.
Foto: Iñigo Valdeón.

Así, "Teko y los Picos de Europa" es una historia de inconformismo pero, también, de maternidad. «Él deja a su madre porque no le puede acompañar», declara la autora, «y el camino le demuestra que su madre no es tan distinta a él». Y es que en esta novela el peso de la mujer, su reconocimiento e, incluso, la valentía de las mujeres refugiadas se encarnan en esa madre que, como Kris, asume el escenario en el que se mueven sus hijos y lo acepta. Y es que esta ovetense decidió formar una familia con los escarpados de Collado Jermoso como campo de juegos. Un lugar que tanto para ella como para su pareja Pablo Sedano, titular del refugio, es tan casa como la que habitan el resto del tiempo a pesar de tener que portear a sus hijas en mochila o en helicóptero cada vez que suben al refugio. 

Podríamos pensar que "Teko y los Picos de Europa" es solo un cuento y nos estaríamos equivocando en el juicio. La realidad es que sus 107 páginas rinden homenaje, en sus letras pero también en sus ilustraciones, a una cordillera única pero, también, a otra manera de entender la vida. Esa que dicta la propia naturaleza.