La Iglesia de San Salvador es un templo de un tamaño considerable. Sin embargo, hoy se quedó pequeño para los más de 140 feligreses que acudieron a la misa homenaje al párroco de Llanera, José Julio Velasco Bolaños, para celebrar sus 25 años como sacerdote de varias parroquias del concejo. Una eucaristía que ofició el propio homenajeado acompañado por José Antonio González Montoto, Director de la Casa Sacerdotal de Oviedo; Pelayo Díaz, seminarista; Sergio Martínez, rector del Seminario Metropolitano; Sotero Alperi, de la unidad pastoral de Pruvia, Soto de Llanera y La Fresneda; Jesús Bayón, párroco de Cangas de Narcea; Xicu Firmu Duque, diácono permanente, y el sacerdote Manuel Suárez Peñalosa.
Entre los asistentes, destacaba la presencia de los familiares del párroco y de muchas amistades, además de los fieles que cada semana acuden a sus eucaristías y que hoy no podían faltar en la celebración. Incluso, su cardióloga Mabel Soto, a la que Velasco asegura «que le debo la vida», y que aseguró que «no podía perderme esta cita».
En su homilía, José Julio Velasco, no pudo más que expresar palabras de agradecimiento para todos los allí presentes y, también, «a todos los que no han podido venir, pero me han hecho llegar su cariño». El cura admitió que le gustaría tener unas palabras para todos y cada uno de los asistentes, algo que «es imposible», pero pidió que se le permitiera hacer tres menciones rápidas, en las que «seguro que os veréis reflejados».
La primera de ellas fue, como no podía ser de otra manera, para su familia. «Agradezco a mis padres los valores que nos han inculcado, esos que permanecen siempre. Todos sus desvelos, sus enseñanzas y trasladarnos, a mí y a mis hermanos, la importancia de la humildad y la constancia». Especial recuerdo para su hermano Juan, «que nos acompaña desde el cielo» y para sus otros dos hermanos «Victoria y Nacho, que siempre han estado a mi lado apoyándome».
El sacerdote también tuvo palabras de agradecimiento para Alicia, colaboradora de la parroquia de Posada de Llanera, y para Carlitos, su sacristán, ya fallecido. «La Iglesia de San Salvador no se concibe sin ellos».
José Julio Velasco Bolaños terminó su emotivo discurso pidiendo «perdón por mis errores y por no haber dado más de mí, cuando todos lo esperábais».
A continuación de la eucaristía, 300 personas se desplazaron al Llagar el Güelu, en Pruvia, para continuar celebrando las bodas de plata del sacerdote de Llanera.
