El veterano párroco se jubila tras 51 años de servicio. Continuará residiendo en la Casa rectoral de Santa Cruz

La iglesia parroquial de Santa Cruz, en Llanera, acogió la última homilía de Don Valentín

El párroco en su última homilía

Y, al final, Don Valentín ofició su última misa. 51 años de sacerdocio en el concejo que dejará de ejercer desde hoy, al menos, de manera oficial ya que seguirá viviendo en el pueblo «hasta que el Señor me lleve» y continuará ayudando a todo aquel que se lo pida, como ha hecho durante toda su vida.

La iglesia de Santa Cruz se quedó pequeña para recoger a tanta gente que quiso estar presente en el adiós de Don Valentín. Mas de 200 personas asistieron emocionadas a la última misa del párroco que ofició acompañado por el rector del Seminario Metropolitano de Oviedo, José Antonio Bande; Jose Julio Velasco, vicario episcopal de Oviedo-Centro – que se hará cargo de las parroquias de Arlós, Santa Cruz y Bonielles tras la jubilación de Don Valentín–  el cura de Las Regueras, Pablo Gutierrez y dos compañeros seminaristas del párroco. La misa fue cantada por la Coralina de Santa Cruz, el grupo de guitarras Samboar, fundado por Don Valentín hace 40 años y que llevaban 31 sin tocar juntos y la Coral Polifónica de Llanera, que le entregó un recuerdo al párroco al finalizar la misa.

José Antonio Carracedo haciendo entrega del obsequio en nombre de la Coral Polifónica de Llanera

Valentín Castelao, nacido hace 87 años en Fonsagrada, se mostraba «muy agradecido por este reconocimiento que me hace el pueblo. Yo no quiero despedirme de nadie porque voy a continuar por aquí. Seguiré siendo vecino de Santa Cruz y amigo de todos ellos porque somos una familia. Yo he estado en todas las casas y conozco a todo el mundo». En su homilía tuvo palabras de agradecimiento para todos y tuvo tiempo de recordar alguna de las muchas anécdotas que vivió durante su largo recorrido «ya que yo he dado unas veces servicios pastorales y otras, servicios humanos. Cuando alguien necesitaba una mano, la del cura estaba allí. Como aquel día en el que me sonó el teléfono pidiénndome ayuda para ayudar a parir una vaca. Me levanté de la cama y allí fui atender aquella necesidad. Más tarde me enteré que no era a mí a quien quería llamar sino a otro vecino que también se llamaba Valentín, pero se equivocó y me llamó a mí. Al final fui a tirar por la cría y todo salió bien».

Para finalizar una jornada tan intensa, 217 comensales se unieron a Don Valentín en una comida celebrada en el restaurante Peña Mea, e n la que recibió unos cuadros y grabados que representaban su casa de Galicia y las distintas iglesias en las que ha ejercido su sacerdocio.

Foto de familia de los asistentes a la comida de homenaje con Don Valentín, en el centro del primer escalón