OPINIÓN

?El espíritu perdido?

Siempre he dicho que ante una fiesta de este calibre es imprescindible el consenso entre todas las partes.

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La más absoluta desinformación hay en Ribadesella sobre la fiesta de Las Piraguas. Nos vamos enterando por los medios de comunicación poco a poco.  En cualquier circunstancia la desinformación es mala, pero en este caso más si cabe por el hecho de los cambios sustanciales que parece se van a producir en esta edición piragüera.

Siempre he dicho que ante una fiesta de este calibre es imprescindible el consenso entre todas las partes. Pues en Ribadesella somos o son incapaces. 

Surgen preguntas que aún no tienen respuesta: ¿Qué adelantamos con cambiar la acampada de los palistas de un lado a otro de la ribera del Sella? Es decir desde los campos de Ova a Los Campinos del Alisal. Los campos de Ova están ubicados en un lugar idóneo: al lado de la vía para el tren, pegados a la N-634 y a escasa distancia para salir a la autopista. Pues esto se cambia por una ubicación de muy difícil acceso para los remolques de piraguas. Se tendrá que transitar por una carretera local que no tiene la anchura suficiente, que además soportará dos acampadas (La Mediana y S. Juan). ¿Tiene esto sentido? Además allí, en Ova, tienen la meta el 50% de los palistas, que tendrán que bajar hasta la villa para que les den los premios correspondientes. ¿Y el tráfico? ¿Y los miles de selleros que desde Lloviu andan por la carretera o se encuentran en Ribadesella?

Si una tradición tiene esta fiesta es que cada generación (y ya son muchas en 78 años) ha puesto su impronta en cada década. 

El otro día leía a mi amigo Monchu Cerra explicar qué es el sentimiento del Sella: “sentir la fiesta”, es tener “el sentimiento sellero”. Además de estar de acuerdo con esas palabras, creo que esta fiesta encierra algo que sólo el espíritu de Dionisio supo transmitirnos: la confraternización. En ningún otro evento se puede ver ese hermanamiento entre el deporte y los espectadores: tanto por carretera como en el tren (por cierto con dos tipos de precios inauditos: uno caro sin garantizar asiento y el otro carísimo sentado; por cierto ¿y el seguro obligatorio de viajero, para quién vale?). 

A todo esto la comida de Ova se pasará a un restaurante, ¿para quiénes? Era en Ova el colofón a esta fiesta, con una confraternización entre palistas, selleros, familiares, amigos de Piraguas de década en década. Esa es la tradición de Las Piraguas que parece se nos quitará. 

Pero ¿quién ha abierto la boca en Ribadesella para pedir, siquiera, una mera explicación sobre el asunto? Nadie, ninguna asociación, ningún prohombre marca de la casa. Lo que ocurre es que cuando alguien se plantea estas cuestiones desde unas humildes líneas, siempre se dice que es política.