OPINIÓN

El primer Reglamento del Sella se redactó hace 60 años

La Internacionalidad obligó a poner negro sobre blanco unas normas homologables por las distintas federaciones, la nacional y la internacional

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Curiosidades de un Reglamento

En el año 1954, Dionisio de la Huerta procedió a confeccionar el primer reglamento del Descenso del Sella. La Internacionalidad obligó a poner negro sobre blanco unas normas homologables por las distintas federaciones, la nacional y la internacional. Cabe recordar que Dionisio de la Huerta fue durante muchos años Secretario de la Federación Española de Tenis, de ahí que conociera los articulados de su Federación y trasladara con facilidad al mundo del Sella la burocracia del papeleo.

Artículo primero

“El club de tenis de Infiesto, organizador desde su implantación en 1929 de LA FIESTA DE LAS PIRAGUAS – DESCENSO DEL SELLA, cuida anualmente de la organización del “Descenso Internacional del Sella en Piragua” y de la coordinación y dirección de todos los festejos complementarios de este festival deportivo”.

Resumiendo otros artículos 

Es curiosa lo escrito sobre la designación de la fecha: “El Descenso se disputa anualmente el día señalado por el Juez árbitro organizador (en principio el primero ó segundo sábado de Agosto) independientemente del estado del tiempo”. Así, sin más. En cuanto a las inscripciones: “Éstas deben ir acompañadas de su importe, que se fija en 50 pesetas por piragüista, de las cuales 35 corresponden a la inscripción y las 15 restantes serán reintegradas al devolver el piragüista el dorsal del que será provisto por la Organización.

Este año de 1954 se crean los COLORES DEFINITIVOS para las piraguas, que, además,  formarán la bandera del Sella. Color de honor – AMARILLO. Embarcaciones de la Nación vencedora el año anterior. (Si los vencedores habían sido nacionales, el amarillo lo llevarían sólo las piraguas del club de los campeones). Sigue el reglamento: Color de honor – VERDE. Embarcaciones del club ganador por equipos el año anterior. BLANCO, Embarcaciones extranjeras. ROJO, Embarcaciones asturianas. AZUL, Embarcaciones españolas. Sobre el Sorteo (que se celebrará en el Club de Tenis de Infiesto). El artículo 19 explica: “Un piragüista es aficionado si no recibe ni ha recibido nunca, directa ni indirectamente, ninguna ventaja pecuniaria por participar en una prueba de pala o remo. No se considerará ventaja pecuniaria el recibir una subvención equivalente a sus gastos de viaje y estancia. Todo piragüista que a partir de 1 de Agosto de 1948 haya participado en una prueba en la que existieran premios en metálico, será considerado “no aficionado” a los efectos de su inscripción en el Descenso Internacional del Sella.

Termina el reglamento con seis Conclusiones que definen la singularidad del Descenso Internacional del Sella, de las que destaco tres. La primera define EL ESCENARIO. El río, sus pasos, la formación de rápidos y el colorido paisajístico hasta desembocar “en el azul y espuma de las marinas cantábricas”.  Le sigue EL DESCENSO COMO PRUEBA DEPORTIVA. “Nada en el Sella se resuelve fuera de la más pura ortodoxia deportiva “amateur”, y así cuando se contempla al esforzado grupo de palistas luchando por el único fin de triunfar, no puede menos de recordarse a aquellos otros que en las Olimpiadas griegas lo hacían, empujados por su honor, para recibir el simbolismo de una corona de laurel y la admiración del pueblo, por la victoria conseguida”. EL DESCENSO COMO FIESTA. “El Descenso del Sella es también una fiesta alegre y divertida para el seguidor de la prueba. Se abre la fiesta con el Desfile en Arriondas para luego, como estrechando en un abrazo gigantesco a los palistas que luchan en las aguas del río, unos por carretera, la caravana, y otros por ferrocarril, festejar en Ribadesella la llegada de los triunfadores, con la Jira-Comida en los Campos de Oba, el reparto de premios y la romería”

Dionisio de la Huerta, en las doce páginas del Reglamento, 20 artículos, tres disposiciones adicionales y seis Conclusiones, hace gala de sus estudios como Licenciado en Derecho y también de sus dotes como poeta enamorado del paisaje asturiano. El lector de hoy sacará las conclusiones que estime convenientes sobre lo que pudiera quedar de aquel sueño. Mi opinión es que alguien, al singular o al plural, vendió ese sueño, como hizo Esaú con su herencia a su hermano Jacob,  por un plato de lentejas.