El Puntín sobre la "i"

Machismo, feminismo y otros "ísmos"

 

 

Las etiquetas, los encasillamientos, las paradojas del lenguaje... Son algunos de los asuntos en los que se detiene esta semana Marije Amieva "El Puntín"

 


«Imaginen que quien firma estas líneas no se llama Marije y es una chica treintañera, sino que responde al nombre de Jesús y es un cincuentón que se refiere, en estos términos, a cualquier mujer que ejerza la política. Se formaría la de vámonos, Jua"

Machismo y Feminismo

Últimamente, da gusto sentarse en el sofá para ver debates políticos. No considero que las temáticas que abordan los tertulianos sean más interesantes, ni que los perfiles de los expertos sean mejores. Sin embargo, los políticos que participan en este tipo de programas cada día están de mejor ver. Vamos, que están muy buenos.  Hablo de Borja Sémper (portavoz del PP en el País Vasco), Pedro Sánchez (candidato a las primarias del PSOE), Alberto Garzón (diputado nacional de IU) y, en menor medida, Albert Rivera (presidente de Ciudadanos y diputado en Cataluña). No me refiero al líder de Podemos, a quien la coleta y la ropa de Alcampo no le hacen justicia.

Hace unos días veía La Sexta Noche. Si no fuera por Inda, Marhuenda y Pablo Iglesias, hubiese creído que estaba viendo Hombres, Mujeres y Viceversa. Bien podrían ser tronistas -por muy republicanos que se declaren- y cambiar el traje y corbata por los pantalones tipo Choni y la camiseta marca-tabletita de Primark. Me los imagino ultrabronceados y utilizando expresiones tan intelectuales como “asín de claro” o “esa piba está flipá, nano”. 

Con semejantes pibones una se queda más a gustito porque, ya que nuestros representantes son más inútiles que un radiador en el desierto, por lo menos nos recrean la vista. ¡Para que luego digan que no existe una regeneración política!

Fíjense en la barbaridad que he escrito. He insinuado que en política hay hombres de inteligencia distraída -no me refiero precisamente a los anteriormente enumerados-, pero que compensan su incapacidad con su belleza. 

Ahora imaginen que quien firma estas líneas no se llama Marije y es una chica treintañera, sino que responde al nombre de Jesús y es un cincuentón que se refiere, en estos términos, a cualquier mujer que ejerza la política. Se formaría la de “vámonos, Juana”. Lo mismo que si un blanco llamase a alguien “Negro de mierda”. Por contra, ¿qué sucedería si un negro gritase “blanco de mierda”? Conste que TODOS los supuestos, tanto en el asunto de las razas como en el del género, me parecen igual de despreciables.

En este país nos encanta etiquetar comportamientos. Sin embargo, algunos casos carecen de un sustantivo que los encasille. Por ejemplo, en el caso de los insultos entre negros y blancos, ambos se guardan bajo el paraguas del “racismo”. Si bien es cierto que somos más permisivos con quien insulta al blanco. Me imagino que nuestra raza -que ha esclavizado, colonizado y discriminado sin piedad- arrastra cierto sentimiento de culpa y no tenemos las narices de increpar a alguien que pertenece a un colectivo al que hemos hecho tanto daño.

A las mujeres nos pasa lo mismo. Cobramos menos, somos mayoría entre las víctimas de la violencia de género... Por eso nos podemos permitir ciertas licencias. Fíjense que no existe ningún “-ismo” que defina algunas conductas. Si una fémina cree que su género es apto para trabajos intelectuales, mientras que los hombres están más capacitados para desempeñar empleos físicos... ¿Qué rayos es esta tía? ¿una ultrafeminista, una mujer machista...? No se ha acuñado y extendido un término que la describa.

Analicemos dos palabras “machismo” y “feminismo”. Coincidirán conmigo en que el primer vocablo tiene connotaciones despectivas, sin embargo el segundo no sólo está socialmente aceptado, sino que es aplaudido. Esta paradoja tal vez se deba a que el machismo fue el desencadenante de la aparición del feminismo, que trató de dotar de derechos a quienes siempre salieron peor paradas. Ya ven, esto de los “-ismos” tiene su aquél.

P.D.: Soy responsable de lo que escribo, no de lo que usted entiende.

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