MARIJE AMIEVA

Cangas de Onís... ?a hostias!

La pena fue que no-y les hubiese soltáu""

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A estas alturas, después de que la noticia circulase por medios de comunicación regionales y nacionales, me imagino que sólo con leer el titular ya sabrá sobre qué versara el Puntín de esta semana. Pues sí, sobre las “hostias” que el alcalde de Cangas de Onís, José Manuel González Castro, ofreció a un vecino en el transcurso de un pleno municipal.
En aquella sesión plenaria sucedió lo siguiente: Después de tres horas y numerosas preguntas, pasadas las 10 de la noche,  un vecino procedente de Oliciu intenta intervenir y comienza a esbabayar.  El regidor cangués le llama al orden y concluye la sesión, pero el impresentable en cuestión sigue escupiendo mierda. Llama en reiteradas ocasiones a Pepín “ladrón” y le empuja hasta tres veces. El líder del PP cangués pierde los nervios y, tras invitarle a “dejar de tocar los cojones” finalmente le ofreció “un par de hosties”.
Al parecer, el alcalde se había comprometido con los vecinos de la localidad a reparar una carretera que da acceso a tres pueblos si ellos se encargaban de limpiar las cunetas. Los técnicos municipales acabaron el proyecto la misma semana en que se celebró el pleno. Por tanto, el primer edil estaba cumpliendo su palabra.
Entendería y apoyaría que los vecinos descalificasen a sus representantes políticos si en sesión plenaria aprobasen pelotazos urbanísticos, como aquél que finalmente no proliferó en Parres articulado en torno al Palacio de Nevares. En casos así los ciudadanos no insultan, sino que describen y denuncian. Pero en Cangas de Onís la situación era muy distinta: a un energúmeno le dio por dañar el honor y vejar a su alcalde de manera gratuita. Eso no va incluido en ningún sueldo. En ninguno.
Pues resulta que ahora el malo, en este país de imbéciles, es Pepín por ofrecer “hostias”. Quién esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Lo único que hizo Pepín fue utilizar una expresión que usamos el común de los mortales, porque estoy convencida de que jamás las soltaría.
Soy partidaria de dar la palabra a todo el mundo en un pleno, porque eso sí va incluido en el sueldo. Hubiese sido políticamente correcto permitir la intervención del sinvergüenza. Después de escuchar semejantes disparates podría pedir a la Policía Local que le desalojase del Ayuntamiento y, al día siguiente, interponer una denuncia en los juzgados. Pero Pepín ye un paisano y, como tal, finiquitó el asunto.
Me llama poderosamente la atención el papel que jugó la oposición. ¿Qué hicieron para calmar los ánimos? ¿Por qué permitieron los insultos? Cabe recordar que los concejales, aunque pertenezcan a distintas formaciones políticas, son compañeros y vecinos. Si yo fuese edil hubiese callado al mamarracho al principio de su intervención. A veces quien calla otorga, pero lo que no se callan muchos vecinos de Cangas es que “la pena fue que no-y les hubiese soltáu”. Para que vean...

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