FRANCISCO ROZADA

Memorias del concejo de Parres 1835-1985 (IV)

La casa consistorial tendría treinta y seis pies de frente, por veinticuatro de fondo -sin contar los aleros-""

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1867: En la anterior entrega quincenal de estas memorias dejamos en litigio algunas cuestiones sobre la plaza del ayuntamiento parragués. Venancio Pando -donante de los terrenos- dejó muy detallada constancia de todos los aspectos relacionados con la Plaza del Mercado: sólo podría dedicarse a ese fin y, -en caso contrario- revertiría la propiedad al donante, reservándose el derecho a los árboles del terreno donado (que cortaría si fuesen motivo de estorbo); los puestos del mercado no podrían ser permanentes; “los terrenos cedidos equivalen a tres días de bueyes, diez mil ciento cincuenta y dos varas, lindando al frente con la carretera del Infiesto”; que donaba la piedra necesaria para las obras, extraída de la finca de su propiedad en El Llerón del Barco y que, asimismo, donaba el terreno para levantar el ayuntamiento (hasta ese momento en una casa alquilada en la misma zona). Las condiciones eran que la fachada de dicha casa consistorial diese a la plaza y a la carretera y, la opuesta, al río Sella. Donaba la solera del edificio y prohibía que se dedicase a ninguna otra actividad que no fuese ayuntamiento.  La casa consistorial tendría “treinta y seis pies de frente, por veinticuatro de fondo -sin contar los aleros-“.

venancio-pando-arriondas-parresPocas semanas después el Gobernador dictó normas tales como que se levantase en la entrada de la plaza una cerca (a siete metros, desde el centro de la carretera), con una altura de 1,20 m., y que se hiciesen dos rampas de 5 m. de ancho, una frente al camino del Barco, contigua a la casa de don Venancio Pando y otra enfrente del camino vecinal que atravesaba contigua a la casa de don Vicente Monasterio. Como Venancio Pando también era concejal, manifestó en el pleno que “él construiría esa cerca si se le concedía permiso para poner sobre esta parte del mercado un alero con facultad de establecer debajo de él puestos para los vendedores, con ciertas exigencias”.

El tema de la delicada salud del secretario, Inocencio del Valle, dividió a la corporación, pues seis concejales votaron a favor de apartarle de su trabajo y otros seis en contra, (estaba ausente uno de los trece concejales). Cosa a destacar es que los “individuos” (concejales) no podían abstenerse en las votaciones de las sesiones del ayuntamiento. En la siguiente sesión, los partidarios de mantener en su puesto al secretario observaron que el alcalde había votado finalizada la sesión anterior, con el fin de deshacer el empate, pero cuando ellos ya se habían ausentado, y que entre él y el secretario provisional habían remitido al Gobernador la votación, con siete síes (para forzarle a abandonar el cargo) y seis noes. Pero la ley señalaba que -en caso de empate- el alcalde sólo podría deshacerlo en una nueva votación, pero de la sesión siguiente, por lo que la votación no se había ajustado a la ley. Dos facultativos especialistas -en Medicina uno, y en Cirugía el otro- presentaron un informe según el cual el secretario Inocencio del Valle padecía dos enfermedades crónicas, pero que no le impedían en aquel momento seguir con “los trabajos de oficina”, pero que sus “movimientos de traslación se hacen difíciles por la debilidad de sus miembros locomotores”. De modo que vemos las “maniobras” de partidarios y detractores del que tantos años había sido secretario municipal. Dos testigos justifican que “han notado impertinencias de su mal humor en el despacho de la secretaría”. Sus partidarios alegan que son testigos de cómo Inocencio anda dos veces diarias el trayecto “de más de media legua” (una legua equivalía a 5.572 metros) por un terreno accidentado que hay entre su casa y su “habitación en las consistoriales”; alegan, además, ser una persona siempre cordial y atenta, enfadándose exclusivamente cuando alguien pretendía saltarse la legalidad.

Entretanto, y por un voto de diferencia, se nombró secretario a José Miyar, que había sido regidor e “individuo” (concejal) de la Junta Pericial del concejo vecino de Cangas de Onís y se consideraron nulos los votos del alcalde y un concejal “porque estos señores son estanqueros nacionales” y, al parecer, ambas cosas eran incompatibles (uno de ellos tenía estanco en Bode).

Francisco Rozada es el Cronista Oficial de Parres

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