Opinión

Día Internacional de la Mujer

A través de los archivos que conserva nuestro concejo, bien sea en las actas municipales desde hace dos siglos, en los protocolos notariales y padrones de distinción o hidalguía desde el siglo XVII, o en los libros de juicios desde mediados del siglo XIX, las mujeres -en general- o se citan tangencialmente o ni tan siquiera aparecen como las personas imprescindibles que hoy reconocemos que siempre fueron.

Especialmente las mujeres de los entornos rurales sufrieron una significativa discriminación en multitud de facetas vitales, desde el derecho a la propiedad, a la remuneración, al acceso a los recursos, a la educación, a la capacidad decisoria, y siempre con algún obstáculo basado especialmente en la disparidad de poder entre los géneros.

Todos sabemos que igual que se vivió aquí hasta no hace tantas décadas, sigue siendo la norma de vida -o de subsistencia- en muchos países, especialmente en África y Asia

Aún en el siglo XXI los graves problemas de violencia de género, el abandono de la escuela en tantos lugares del mundo de cientos de miles de niñas obligadas a casarse -incluso el no poder acceder a estudiar solo por el hecho de ser mujeres-, las sobrecargas de trabajo doméstico no remunerado, y tantos otros retos aún sin solución, hacen que celebrar el Día Internacional de la Mujer, cada 8 de marzo, es traer a la memoria los logros por ellas conseguidos y seguir tomando medidas que ayuden a seguir mejorando sus oportunidades en todos los ámbitos de la vida.

Todos sabemos que igual que se vivió aquí hasta no hace tantas décadas, sigue siendo la norma de vida -o de subsistencia- en muchos países, especialmente en África y Asia, donde las barreras estructurales y las normas sociales discriminatorias continúan limitando el poder de las mujeres, haciendo que sus labores sean invisibles, menospreciadas, como si fuese una maldición que siguiera al pie de la letra la sentencia del Génesis: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”.

Cada ser humano pertenece a una familia, a un pueblo, a una historia donde la mujer siempre está presente.

En no pocos concejos asturianos -como en el de Parres- son especialmente las mujeres rurales las que más reconocimiento se merecen por su callado y duro trabajo, ejercido durante tantos siglos.

Historias de vida de mujeres que fueron haciendo -cada una desde su lugar en la familia y en el pueblo pertinente- todo lo mejor que pudieron y les dejaron para dar calor, afecto, vida y valor a su familia y a su entorno, a su concejo, a la Asturias que las vio crecer en una España cuyas formas de vida son hoy -afortunadamente- diametral y positivamente diferentes a las de su niñez y juventud.

Esta fecha del 8 de marzo recuerda a media humanidad -las mujeres-, especialmente a las que sin horas libres las más de las veces, trabajando de sol a sol, poco valoradas y mal pagadas, se entregaron laboriosamente a mil dedicaciones diferentes, con perfiles de todo tipo.

Cada ser humano pertenece a una familia, a un pueblo, a una historia donde la mujer siempre está presente.

Los tiempos son otros y -aunque quedan cosas por hacer- ahora es el momento de enaltecer a las mujeres, especialmente en esta fecha que exalta el principio de igualdad entre hombres y mujeres.

De modo que en este día de homenaje a las mujeres es hora de darles las gracias por habernos enseñado que la vida es trabajo, entrega y dedicación, además de una posibilidad maravillosa, y que el llevarla a buen término es responsabilidad de cada uno según el ejemplo que nos han legado y nos dan cada día.

Francisco J.Rozada Martínez es el Cronista Oficial de Parres