Opinión

En recuerdo de “Pepe, el de Villaverde”, ganadero y criador de raza

La ganadería está en el ADN de las gentes de Amieva, principal actividad económica de este concejo del Alto Sella. Entre sus ganaderos, pocos tan conocidos y afamados como José Díaz Rodríguez, “Pepe, el de Villaverde”, fallecido días atrás a sus 82 años. De joven fue uno de aquellos mozos que, a caballo, iban desde Sebarga a Sames a pedir el aguinaldo por Navidad. Abría fila Mariano, el gaiteru. Por detrás, iba Pepe.

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Pepe, con sus hijos, Pepín y Roberto, en 2003, en un concurso subasta nacional de la raza casina celebrado en Cangas.

Se nos fue un ganadero que trabajó, y mucho, por una de nuestras razas autóctonas: la asturiana de la montaña, la vaca Casina. No estuvo entre los fundadores de ASEAMO, pero fue uno de sus mejores criadores. Siempre se preocupó por tener reses de máxima calidad. En su día Pepe se hizo con un lote de animales que compró al histórico ganadero casín Alfredo Armayor. De aquellas vacas y criados por este sebarguín, muchos de sus descendientes, de la más pura raza casina, llegaron a toda Asturias y a otras partes de España. Tocado con gorra, cachaba y, a menudo, con un puro en la boca, cuando no lucía un palillo entre los dientes, Pepe ganó premios en todos los concursos de ganado a los que acudía con sus casinas.

Sus hijos recuerdan orgullosos cuando, en un concurso subasta nacional, se llevó los premios al toro y a la vaca campeones, a la mejor novilla y cuatro mejores lotes, algo que nadie repitió. Su fama lo llevó a Barcelona para exponer alguna de sus vacas. También protagonizó tratos que aún se recuerdan. En 2009, cuando el concurso subasta nacional de la vaca casina se celebró en Corigos (Amieva), vendió por 6.000 euros un toro de excelente calidad, el semental “Garrafu”. Así era Pepe, el de Villaverde: un criador de raza.