FRANCISCO ROZADA

Memorias del concejo de Parres 1835-1985 (V)

El Ayuntamiento siempre estaba en situación de débito, debiendo dinero a instituciones y particulares

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Guardia Civil

Casi todos niños del siglo XIX acudían a la escuela descalzos. Las escuelas solían estar en los pórticos de las iglesias, abiertos al exterior. Un sueldo de 2.500 reales anuales era lo máximo que podía cobrar el maestro de San Martín de Cuadroveña. A los cerca de treinta maestros del concejo les pagaban con retrasos de hasta un año. Las quejas de los dueños de las casas que el Ayuntamiento alquilaba para vivienda de maestros y maestras y, después, como escuelas, eran continuas, por no pagar la renta en tiempo y forma.

pareja-guardia-civil-siglo-xxEl Ayuntamiento siempre estaba en situación de débito, debiendo dinero a instituciones y particulares. Los apremios desde el Gobierno Civil eran constantes; lo mismo desde la cárcel del partido judicial en Cangas de Onís que -año tras año- demandaba que se le abonase lo que le correspondía al municipio por los presos del concejo que había que mantener, deudas acumuladas de hasta 5.000 pts. Así, subieron la contribución territorial un 4% y el doble la industrial, mientras culpaban de los atrasos en los pagos a “la morosidad de los delegados del banco local”. No pocas veces se suspendían los plenos municipales por falta de la mayoría de los concejales, hasta tres veces en un mes, como ocurrió el 9, 16 y 23 de mayo de 1876. Como el mercado semanal y el pleno coincidían en martes, algunos no acudían al segundo, aunque lo mismo ocurrió cuando se cambió el día y hora de las reuniones, fuesen éstas a las 11 de la mañana o a las 3 de la tarde. En una ocasión justificaron la ausencia porque se habían ido a la feria de Corao; en otra, a la fiesta de Los Remedios de la Roza de Parres o -como el 29 de febrero de 1876, martes de Carnaval, “no se celebró sesión ni el Sr. Presidente acordó exigir multas a los concejales, por ser día de carnestolendas, consagrado a la expansión y diversiones del Carnaval”. ¿Se imagina el lector cómo sería, hace 141 años, la celebración de Carnaval en Arriondas, aquel martes de año bisiesto?

No es extrañar que la palabra salario proceda de sal (los romanos hacían los pagos a los funcionarios públicos con un paquete de sal que, después, usaban como moneda de cambio). Un carro transportaba la sal desde Ribadesella (a veces a medias con Cangas) y se pagaba por ella de acuerdo con las “clases” de los parragueses. Los vecinos de “primera clase” abonaban 4,5 reales por su consumo; 3,5 los de “segunda”; 2,5 los de “tercera”, 2 reales los de “cuarta”, un real los de “quinta” y medio real los de “sexta”. Estas clases estaban estipuladas según la riqueza imponible, desde 200 pts. o más los de “primera”  hasta los de “sexta”, cuya riqueza imponible estaba entre 1 y 9 pts.

Esta carencia de fondos se hacía notar para todo. Cuando, el 18 de abril de 1876, el Gobernador sondeó al Ayuntamiento a ver cuánto estaba dispuesto a poner de su parte para que una pareja de la Guardia Civil se estableciese en Arriondas por primera vez, cinco concejales ofrecieron un local en el ayuntamiento y cuatro votaron en contra; los otros tres concejales ausentes quisieron votar también en contra en la sesión siguiente, pero el acuerdo ya estaba tomado, y la razón dada era que el nuevo edificio del Ayuntamiento estaba destinado sólo para sus oficinas. La misión de los guardias era velar, fundamentalmente, “por la riqueza rural y forestal”. Por la ahogada situación económica municipal decidieron aportar 125 pesetas, sólo por una vez, para que Arriondas tuviese un puesto de la Guardia Civil. La cantidad era insuficiente, de modo que “el cuerpo del uniforme verde y del tricornio” (creado apenas treinta y dos años antes) tuvo que esperar quince meses exactos, hasta que -el 18 de septiembre de 1877- el alférez de la Guardia Civil de Llanes se presentó en Arriondas por ver si la corporación les ofrecía una casa-cuartel. Se le brindó la casa de don Pedro de Junco, vecino del pueblo riosellano de Junco. Al alférez le pareció apropiada, aunque una parte de ella la ocupaba con su confitería doña Eladia Rivero; se hallaba muy próxima a la entrada del puente y al paradero de carruajes públicos en aquellos años, edificio lindante con la carretera y enfrente de la Plaza del Mercado y de la Casa Consistorial, pero la renta era de 360 pts. anuales y el Ayuntamiento sólo podía pagar la mitad, procedente del fondo de imprevistos y, en años sucesivos, dijo que se consignaría como gasto obligatorio. De modo que, el próximo 18 de septiembre se cumplirán 140 años del establecimiento de la Guardia Civil en Arriondas. Tengo que anticipar que, desde esa fecha hasta hoy, habitaron en cinco edificios diferentes, la mayor parte de las veces en precario; y así siguen… esperando un cuartel.

Francisco José Rozada es el Cronista Oficial de Parres.

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