Opinión

El euroculete

No se ha vuelto a hablar, o al menos, yo no oí ninguna comunicación al respecto, de la propuesta de cierta patronal hostelera para vender a turistas culetes de sidra a un euro con el fin de acostumbrar a los foráneos al gusto por la bebida típica asturiana, teniendo en cuenta que muchos se echan atrás cuando al solicitar un vaso de sidra el camarero les pone ante sus narices toda una botella.

Y es posible que no se haya vuelto a hablar del asunto por la desmedida reacción de los más puristas, que casi consideran esta propuesta una traición a las tradiciones asturianas y una ofensa para los amantes de la bebida realizada con el zumo de la manzana. Y yo, sin que sirva de precedente, no le hago ascos al euroculete si sirve para promocionar la sidra y captar más bebedores de fuera de Asturias.

Las tradiciones en la sidra van cambiando poco a poco porque no es lo mismo cómo se paladeaba hace dos siglos que ahora.

Ya sé que no es lo mismo un culete de euro que toda una botella. Y yo también coincido. Pero tengamos en cuenta que hasta hace poco la sidra se escanciaba y ahora, en bastantes lugares, te ponen un pitorrín para que tú te apañes y lo eches como te dé la real gana. Prefiero, obviamente el escanciado y si puedo elegir desecho el pitorro, pero cuando uno va con unos amigos a tomarse unas botellinas acompañado de algo para picar y tienes que hacerlo en el interior de un comedor que no admite que se ensucie, pues qué remedio, apelas al pitorro.

Las tradiciones en la sidra van cambiando poco a poco porque no es lo mismo cómo se paladeaba hace dos siglos que ahora. Se empezó bebiendo en jarras y luego se pasó a la botella de vidrio, y me imagino que el cambio costaría un potosí a los consumidores. Y no digamos nada de la prohibición de echar serrín en el sueño de las sidrerías o el de poner tantos vasos como bebedores.

Os voy a contar una anécdota. Hace ya más de 30 años estaba yo en una sidrería cerca de la plaza de la Catedral (no me acuerdo si de aquella se llamaba La Gran Taberna o La Ovetense), cuando entró en el establecimiento un nuevo profesor de la Facultad de Historia que venía de Aragón y creo que iba a encargarse de dar la docencia de Prehistoria. Bueno, pues el buen hombre pidió una de sidra al propietario que se la sirvió y le dio el primer culín. Me da la impresión de que el docente pretendía conocer el sabor del jugo de la manzana y obrar en consecuencia. Pero después de unos minutos en que no le atendían, porque el escanciador estaba atendiendo a otros clientes en la barra, el aragonés se fue dejando la botella con solo un culín de menos.

Es verdad que con seis culetes que suelen traer las botellas las ganancias del sidrero iban a ser cuantiosas, pero también es verdad que una botella de sidra abierta varios días espanta a cualquier bebedor del producto que se precie.

Estuve a punto de salir y decirle al profesor que todavía le quedaban cinco culetes y que no podía marcharse sin acabar la botella. Pero lo pensé mejor y lo dejé ir, porque a lo mejor no le había gustado y prefería mantener esa confesión en secreto para no molestar a los forofos de la sidra. Nunca lo sabré, pero la historia se me quedó prendida en el alma y me pregunté muchas veces porqué los asturianos damos por sentado que los de fuera conocen nuestras costumbres.

Esa es la razón principal por la que no me parece nada mal, sino al contrario, que la hostelería asturiana ofrezca culetes de sidra a un euro, porque podrían enganchar a nuevos consumidores. Es verdad que con seis culetes que suelen traer las botellas las ganancias del sidrero iban a ser cuantiosas, pero también es verdad que una botella de sidra abierta varios días espanta a cualquier bebedor del producto que se precie. Pues, hala, que siga el debate.