BORJA

Vicente Caso y Sarmiento Birba

Vicente Caso Coviella, jamás, jamás, renegó de sus orígenes.

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Vicente Caso - El Ñeru

 

Ninguno de los dos está por estos mundos, pero mucho aprendí de ellos. Siempre, siempre, les estaré eternamente agradecido. Vicente era un Pastor en los Picos de Europa, que en las penurias de mediados del siglo pasado se vio en la imperiosa necesidad de marchar a Madrid, porque aquí pasaba hambre. «Qué sabrás tu Borjina lo que es pasar fame. Un día tábamos al lado del Lago Enol, cuidando cuatro vaquines y vimos a unos señores en una Vespa que llegaban. Nos saludaron y nos preguntaron que qué tal. Qué les íbamos a decir, que estábamos muertos de fame. Tomaron unos plátanos y tiraron los mondos y una miga de pan. Cuandomarcharon, y con la vergüenza quitada, nos lo comimos como un gran manjar».

Vicente Caso Coviella, jamás, jamás, renegó de sus orígenes. A día de hoy, sus hijos Vanesa, Fernando y Carmina siguen a rajatabla lo que su padre les encomendó. Y todos los años por estas fechas vienen los dos mayores al asilo de Cangas a depositar toneladas de alimentos y lotería. Que grande era el “Poderoso”, como así siempre lo llamaba Santi Pendás, que para Vicente era como su hermano mayor. Vicente trabajó muy duro y muchísimo en aquellos años 70 del siglo pasado, hasta que acabó teniendo su Ñeru, su nido en Madrid. El Restaurante El Ñeru es un apéndice de Cangas de Onís y de Asturias en Madrid.
Su gran amigo y padrino de su hija Vanesa, Manuel Sarmiento, fundó el diario As, del que siempre fue subdirector. Siempre me decía: «lo tuyo sí tiene mérito. Le das un leñazo a uno en El FIELATO, y como te conoz tou Dios, te pueden caer unos palos sin más. Sarmiento Birba, al contrario, pasea por la Castellana o la Puerta del Sol y ni Dios sabe quien soy».

Me llamaba y siempre me decía: «te veo trabajar muchísimo, pero nunca serás un periodista completo, porque un periodista que no beba un par de cubalibres y pesque alguna borrachera, no es un periodista total».

Eran otros tiempos, lo nuestro era la máquina de escribir Olivetti. En las redacciones se fumaba y estos dichosos “ordeñadores”, no habían llegado. Cuanto me acuerdo de los dos, máxime estos días que llegó el suministro a la residencia de ancianos de Cangas de Onís. Que Dios los tenga en la gloria. Un abrazu muy fuerte para toda esa gran familia de El Ñeru, donde sé tengo siempre mi casa en Madrid.

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