CAMPO

Edson Otero, un brasileño enamorado de Asturias

Aprende a hacer Gamonéu en la quesería Sobrecueva, propiedad de Juan Campillo.

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Un brasileño que hace Gamonéu

Han pasado cerca de 150 días desde que Edson Otero llegó a Cangas de Onís. Vino ilusionado, con poco peso en la maleta y con el objetivo de aprender despacio, sin prisa- como quien disfruta desvelando un importante misterio- las pautas y secretos para elaborar quesu de Gamonéu.

Edson llegó aquí desde Barcelona, donde había aterrizado hacía cinco meses procedente de Río Grande Do Sul, la comunidad brasileña más al Sur del país. Concretamente desde su capital, Porto Alegre. Cuando llegó a la ciudad condal, estableció su “campamento base” en casa de uno de sus hijos y, desde allí, se dedicó a viajar a Extremadura, Castilla, Galicia, País Vasco… viajes cortos que tenían como objetivo conocer pastores, ganaderos y agricultores, con los que había establecido contacto previamente a través de las redes sociales, “cuando llegué a España escribí un texto que mandé a los más de 1000 contactos que tenía en Facebook e Instagram. En veinte minutos ya me habían contestado más de cincuenta personas”, relata. En el transcurso de esos viajes, Edson intercambió conocimientos, trabajo y aventuras con las personas que le acogieron, afirmándose en la razón que le había traído hasta España. Tuvo la oportunidad de practicar la trashumancia, de aprender sobre la gestión de los montes, la cría de animales o el pastoreo, y comprobó que lo que sentía, y que la mayor parte de la gente a su alrededor no comprendía, era cierto: su felicidad, su paz y su libertad interior estaban en esa forma de vida. Quería dejar todo atrás para vivir así. Un sentimiento que le tenía atrapado desde hacía mucho tiempo, cuando empezó a compaginar la cría y cuidado de ovejas y la producción de queso y lana, allí en el Sur de Brasil, con su trabajo de docencia en la Universidad.

Juan Sobrecueva "Juanito Campillo" y Edson en El Enol, de Cangas de Onís.

La casualidad y una cadena de conocidos cercanos le trajeron hasta Cangas de Onís desde su campamento base catalán. Concretamente le trajeron hasta Juan Campillo, propietario desde hace más de cuarenta años de la Quesería Sobrecueva, elaboradora de Gamonéu del Valle. Vino para pasar una semana, como ya había hecho con otros lugares, pero Asturias le robó el corazón: “Nada más pisar esto me quedé impresionado. Asturias es un lugar increíble. Me enamoré de su paisaje, de la hospitalidad y del carácter de la gente. El Gamonéu me pareció un queso espectacular, la cueva… increíble. Mi impresión fue tal que, a los pocos días de irme, les escribí a Juan y a María José ofreciéndome para trabajar. Su respuesta fue que sí y, el día 13 de noviembre hace 4 meses que me establecí en este maravilloso lugar”, afirma con sonrisa sincera este hombre de mirada clara que, con 60 años recién cumplidos, ha dejado atrás una vida cómoda y de éxito como profesor de Universidad para vivir en una modesta y pequeña casa sobre la quesería de Juan, a quien ayuda cada día y a quien observa como alumno agradecido. No busca ganancias económicas, solo espirituales. Ganancia interior. Y aprender. Algo que a Juan le parece perfecto, un giro vital idealista y sincero hacia la modestia y la tranquilidad que el quesero cangués respeta y alaba, “Edson es una persona muy honrada y trabajadora. Que se haya establecido aquí para mi es una ayuda muy buena. Los dos nos beneficiamos del intercambio y nos entendemos muy bien”.

La jornada comienza a las cinco de la mañana, cuando el despertador le recuerda a Edson que es hora de trabajar. Desde las cinco y media hasta mitad de mañana, Juan y Edson comparten faena, silencios, observación, consejos y paciencia. Tiempo. Luego se despiden hasta por la tarde, cuando retoman las tareas. Hacen una media de 4 quesos al día y suben a la cueva, en los Lagos, cada dos, donde se dejan los quesos reposar y curar.

El Gamonéu de Sobrecueva madura en una cueva de Los Lagos.

En su tiempo libre Edson se preocupa por socializar, por mezclarse con los vecinos. Se afana, como hace con Juan en las labores diarias, en observar y respetar. Y la música ha resultado para él un vehículo perfecto de integración: ensaya con el Coro Peñasanta – por el que se interesó nada más llegar ya que él, en su tierra, ya cantaba y había dirigido una coral-   y toca la guitarra en un pequeño grupo que en breve debutará con un concierto en un bar de Cangas de Onís. Como un antropólogo tranquilo, se fija y tiene curiosidad por las costumbres, la tradición, la lengua, el folclore… pero también disfruta acariciando reflexiones y descubriendo paisajes con paseos hasta Següencu, con la compañía de los muchos animales que habitan la quesería y con la soledad y tranquilidad del lugar que, ahora, es su nueva casa.

Edson es, en definitiva, un brasileño encantado de que la casualidad le trajera a Cangas de Onís, agradecido a Juan y María José por su cariño y acogida y enamorado de los Picos de Europa y del Gamonéu. Un hombre que lo dejó todo atrás en busca de un sueño, del que ahora disfruta. No tiene más planes futuros que las tareas que tendrá que desarrollar mañana y, aunque siente nostalgia de su gente (sobre todo de sus nietos e hijos) afirma que cada día que pasa se siente más libre, reconfortado y feliz, orgulloso de hacer lo que su interior le gritaba que hiciera: “cuando hablo con mi madre ella se siente extrañada de mi giro vital y yo siempre le digo que, a medida que me voy desprendiendo de cosas, voy ganando más sabiduría y libertad”.

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Edson atento a la elaboración del Gamonéu por parte de Juan Sobrecueva.

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