INFIESTO

Cosecheros y avellanes asgaya en Infiestu

El premio a la calidad fuer para las avellanas de la parraguesa Cristina Rojo Sánchez

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Festival de la Avellana en Infiesto

 

Un total de 91 cosecheros de avellanes y más de sesenta puestos de artesanía dieron vida este domingo a la 48 edición del Festival de la Avellana, en Infiesto. Una cifra récord de avellaneros que, llegados desde diferentes partes del concejo piloñés y desde concejos vecinos, vendieron el preciado fruto a 7 euros el kilo en una mañana muy otoñal y con algo de orbayu. La climatología típica del otoño no logró desanimar a vecinos y visitantes, que abarrotaron la carpa ubicada para la ocasión en la plaza del ganáu y también las calles colindantes, aderezadas con un mercáu cargado de productos agroalimentarios, opciones gastronómicas, ropa, bisutería, madreñes o juguetes.

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Los premios a la presentación del fruto fueron para: Lorena Sampedro, Adela Fernández y Carmen Rodríguez.

Antes de las doce del mediodía, con las autoridades paseando entre los puestos de avellanas, el recinto ferial aparecía como un hormiguero lleno de personas en el que resultaba complicado caminar y donde muchos vendedores de ablanes ya habían acabado con las reservas llevadas al Festival. Narciso Cantón, vecino de La Paradona (Infiesto), que lleva más de veinte años siendo asiduo de esta fiesta, acudió este año con más de 100 kg. “En menos de una hora se vendieron casi toes”, contaba a eso de las 11:30 de la mañana, ya con menos de veinte kilos en su mostrador. “Son avellanes más pequeñes que les de otros años pero están curadines y muy sabroses”, añadía satisfecho dándolas a probar. También orgullosas con las ventas y llegadas desde Amieva, María Elena Monje y su hija Greta Álvarez, que además de 60 kilos del fruto estrella de la mañana, llevaron a Piloña galletes caseres de avellana y de nueces que resultaron todo un éxito. Desde Les Cuerries de Maza, en Piloña, María del Carmen Coballes, ayudada por su nieta Ana Montes, llevó 80 kilos de los que ya quedaban muy pocos. Esa fue la norma. Porque no hubo quién pasara por Infiesto que no saliera con una bolsa de avellanas del Festival.

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Abuela y nieta en es puesto: María del Carmen Coballes y Ana Montes.

Las que este año se llevaron el premio de Mejor Calidad  fueron las de la parraguesa Cristina Rojo Sánchez que, animada por su sobrina Claudia, y apoyada por su hermana Beatriz, acudió a Piloña con 25 kilos de avellana, procedentes de 6 ablanos heredados de sus padres a los que mima con cariño. “La avellana necesita buena tierra soleyera, y a los árboles hay que cuidarlos. Nosotras los abonamos con un compost caseru y también ponemos cuidáu en la poda”, contaban las ganadoras al final de la mañana, añadiendo que era su primera vez en el Festival de Piloña, “mi madre si participaba siempre, pero nosotras es la primera vez que venimos, y porque Claudia nos animó. Le hace mucha ilusión y ella trabajó un montón apañando y seleccionando”.

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Beatriz, Cristina y Claudia con el trofeo de ganadoras del Festival.

Pero antes de que se conociera que las avellanas de Cristina eran las mejor valoradas por el jurado, tuvo lugar el pregón, que este año dio el exdirector del IES de Infiesto, Argimiro García, una persona muy querida y admirada en Piloña que, aunque salmantino de nacimiento, es ya asturiano de adopción. El querido profesor confesó desde el escenario que fue para él toda una sorpresa y un honor que le llamaran para pregonar La Avellana, “una fiesta tan entrañable y con tanto arraigo en Asturias”. “Yo no soy piloñés, ni siquiera soy asturiano. Soy cazurro, como dicen en mi casa, o “subpajariano”, es decir, de más abajo de Pajares, de una comarca en la que no se encuentra un avellano ni por asomo, por mucho que se busque y se rebusque”, bromeó. Con muchísimos exalumnos atentos a sus palabras, Argimiro elogió a las avellanas, recordó a vecinos, “siempre recordaré como Pepe, el padre de Covadonga, metía los dedos entre las avellanas, las revolvía y las dejaba caer desde lo alto, como quien manipula un tesoro de monedas de oro”, dijo, y rindió homenaje a todas las gentes de Piloña que con su trabajo reivindican la enorme importancia de la avellana, “quienes se dedican a este producto luchan por mantener una de las señas de identidad de Piloña y contribuyen a que la zona rural siga viva en un momento en el que la acechan muchísimos enemigos”. El profesor animó a los jóvenes a emprender y a luchar por la avellana, buscando nuevos nichos de mercado y cultivando las tierras abandonadas. “Piloña es, sin duda, una tierra de futuro”, afirmó convencido, animando a la Corporación municipal a montar un museo de la Avellana que promocione y difunda el fruto dentro y fuera del municipio y a conseguir la Denominación de Origen para la avellana de Piloña.

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Argimiro Garcia, pregonero del Festival flanquedo por la edil, Patricia Ferrero y el alcalde, Iván Allende.

Tras el aplaudido pregón, llegó el momento de homenajear a los paisanos del añu 2019, Benedicta Viesca, de Espinaréu, y Manolo García, de Coya, paisana y paisano con toda una vida de trabajo en la agricultura y la ganadería a sus espaldas. “Benedicta es un ejemplo de mujer que, con un enorme esfuerzo, alegría y ganas de vivir sacó adelante a toda su familia. Su homenaje es también un homenaje a todas las mujeres que trabajaron y trabajan la zona rural de Asturias, quienes merecen un reconocimiento y agradecimiento por cuidar de esta tierra. Y Manolo, un paisano que pasó tantos años luchando, trabajando y haciendo esfuerzos por sacar a su familia adelante, con una mano adelante y otra atrás, las mismas que usaban para trabajar”, decía Iván Allende, alcalde de Piloña, tras los reconocimientos.

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Narciso Testón muestra las avellanas que llevó al Festival de Infiesto.

El acto institucional del Festival de la Avellana concluyó con la entrega de premios, en los que Cristina Rojo Sánchez, Veronica Longo Faza y Anselmo Forcelledo Zarabozo -que también fue premiado por ser el cosechero de mayor edad-, 1º,2º y 3º respectivamente, a las avellanas de más calidad; Adrián Lobeto se llevó premio por ser el cosechero más joven; Manuel García, Isolina Lobeto y Verónica Longo recogieron trofeos por el buen mantenimiento de sus plantaciones; Eloy Mosteiro Espina fue premiado por el fomento de las plantaciones en Piloña; Lorena Sampedro, Adela Fernández y Carmen Rodríguez se llevaron el premio a la mejor presentación; y Mercedes Razola y la Confitería Calvo fueron premiados por su buen hacer repostero. En el apartado de artesanía tampoco faltaron premios, siendo Anifil y el puestín de Zali los mejores en el apartado del metal; Soberado Atelier, el Taller de la Panera y Geli Molina los premiados en el arte de la cerámica, el cuero y las manualidades;  Abiana Cosmética, Nacho Sariego y Benjamín Pulido, galardonados en el apartado dedicado a los más originales; y Justo Raigoso, María José González  y Valentín Santos, en el apartado de talla.

Terminados los premios y los homenajes, el gentío arremolinado junto al escenario se fue dispersando: comprar algo de comer, tomar el vermú, pasear entre los cientos de puestos y, sobre todo, hacerse con una saca de buenas avellanas, fueron las actividades que llenaron la mañana en Infiesto, que despide ya una edición más de su Festival de la Avellana hasta el próximo otoño.

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Enrique Rodríguez Nuño, director de Agricultura y Pesa de la Delegación del Gobierno en Asturias saluda a Rosa, cosechera de Espinaréu.

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Homenaje a los Paisanos del Año, Manolo García y Benedicta Viesca.