CULTURA

El tercer libro de Juan Muñoz ya está en la calle

Editado por Delallama editorial, Juan Muñoz se estrena en el relato con su último libro

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 Un libro de relatos cargado de azar y de olor a mar

 

“El sitio donde mejor escribo es Tereñes.

Lo dice Juan Muñoz, nacido en Llanes y riosellano de adopción que acaba de publicar  “Visitas guiadas. Relatos de sobremesa”, una obra compuesta por 23 narraciones, 16 microrrelatos y una colección de brevedades publicada bajo el amparo de Ana Roza, de la editorial riosellana Delallama, que inaugura con esta obra su colección de ficción para adultos.

Es una colección de relatos. Algunos ya habían sido publicados y otros salieron de un cajón y fueron ochenta mil veces corregidos hasta que se los mandé a Ana”, cuenta Muñoz. Nuestra cita sabe a café, que saboreamos en un tejado convertido en terraza desde el que se divisa una perspectiva diferente de Ribadesella. Juan habla de cómo las historias surgen en su cabeza en forma de chispazo, generado por una idea o anécdota, al que después da forma, “primero escribo la historia del tirón y después la dejo reposar dos o tres meses, cuando ya releo y corrijo”.

Este el tercer libro que publica desde su jubilación, etapa que disfruta dando alas a su vicio favorito, la escritura, tras toda una vida dedicándose a la enseñanza de la filosofía y al periodismo.

Nacido en Nueva de Llanes, la profesión de su padre (guardia civil) le llevó a vivir su primera infancia entre el concejo llanisco y la Isla, en Colunga, para luego llevarle hasta Cangas de Onís, donde vivió la adolescencia y donde el azar depositó en sus manos “La rebelión de las masas”, un ensayo del pensador Ortega y Gasset que le hizo decidir su orientación académica. “Ramon Coviella, un compañero de Arriondas, faltó ese día a clase de Literatura y me tocó a mí, por eso, leer y comentar el ensayo de Ortega. Cuando lo terminé, decidí que quería estudiar Filosofía”, recuerda con una sonrisa.

Tras estudiar y licenciarse en Valencia, se estableció en Ribadesella, donde ejerció de profesor y dirigió el Instituto Avelina Cerra.

Amante de la docencia filosófica, nunca dejó de sentir el chispazo de la escritura ni la pasión por el periodismo, por lo que siempre ha estado vinculado a distintos medios de comunicación: la radio fue su amiga durante 10 años en los que dirigió “Resaca de domingo” un magacine cultural emitido por RNE. La comunicación escrita fue su segundo oficio, dirigiendo primero la revista riosellana “Nordeste” (a la que el colectivo amigos de Ribadesella honró con una compilación en forma de libro) que salió a la calle durante 5 años y llegó a tener una tirada de 1500 ejemplares. “Nordeste” desapareció cuando la filosofía llevó a Juan hasta Vigo. Después vendrían las revistas “El Saltamontes” y “Aldaba”, dos publicaciones en las que movió la batuta hasta el año 2012, cuando llegó el momento de entregarse a la narrativa.

Se estrenó como escritor de libros con una autobiografía cargada de vivencias, momentos y meditación, “Ahora que me acuerdo”, y repitió la experiencia sólo un año después con “El color de la tormenta”, una novela negra de ambiente rural en la que la protagonista, riosellana, trata de desentrañar el misterio que se esconde detrás de un suicidio. Ahora, con su nuevo libro, cambia de palo y se estrena en el relato. “Escribir relato es como correr los 100 metros lisos. La novela sería más un maratón. En el relato, desde la salida, cada zancada es importante, cada frase cuenta. En la novela, en cambio, te puedes permitir bajar el ritmo. Y, de la misma manera que en una carrera corta, al final del relato es la propia inercia la que te lleva hasta el final, que en este libro siempre es sorprendente”.

Finales sorprendentes, crítica acida, personajes cascarrabias y poco amables con los que el lector camina de la mano y mucho azar, determinante del destino, son algunas de las características principales de “Visitas guiadas. Relatos de Sobremesa”, un texto que engancha desde el principio y en el que Ribadesella aparece descrita constantemente, camuflada o de manera explícita. En su portada, el pedral de Tereñes, como homenaje al lugar en el que más a menudo se encuentra con las musas y desde donde ya trabaja en dos nuevos proyectos: una obra de teatro casi concluida que espera ver representada por algún grupo local y un nuevo libro, “Ahora que lo pienso”, -una especie de continuación de su primera obra- en el que se está permitiendo un plus de autoexigencia, el redondeo de frases y la reflexión profunda sobre temas trascendentales y oscuros, como la muerte.

Al fin y al cabo, tantos años de dedicación a la filosofía, madre de la reflexión, no podían dejar de imprimir huella en la narrativa de este profesor, tremendamente adictiva y con el olor del mar cantábrico impreso entre cada letra.