MORU

La Asociación cultural Iglesia de Moru homenajeó al campaneru, que repicó las campanas con maestría

La Asociación aprovechó su aniversario para celebrar una charla, repicar las campanas y homenajear al campaneru, de 89 años

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Las campanas de la iglesia de Moru repicaron otra vez

 

El décimo Aniversario de la Asociación cultural iglesia de Moru se celebró el sábado y sirvió de excusa para un homenaje, una charla y un repicque de campanas reivindicativo

Una iglesia del siglo XIII, un campaneru de 89 años, unas pinturas murales del s. XVI, el aniversario de una asociación de vecinos con una gran labor detrás, y el arte paleolítico de Tito Bustillo se dieron la mano para compartir protagonismo y jornada en Moru, Ribadesella.


A las doce del mediodía repicaron las campanas de la vetusta iglesia de San Salvador, uniéndose así desde este pequeño rincón de Asturias a la reivindicación europea a favor de que esta práctica sea declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

El repique fue una labor llevada a cabo por José Antonio Martínez Somoano, campaneru oficial del sitio, que atesora la experiencia del repique desde su niñez, que aprendió de su padre, y que es el encargado de hacer sonar estas campanas desde 2002, cuando regresó de Uruguay, donde emigró y vivió 40 años.


El sábado tocó con maestría y emoción unas campanas de las que se cuenta que, cuando la iglesia se incendió durante la guerra civil, tocaban solas, movidas por las llamas, provocando un tañido que parecía llanto desconsolado. Aquel incendio destrozó la iglesia pero descubrió un gran secreto, oculto durante años en las paredes del templo: el calor hizo que la cal se desprendiese, dejando a la luz unas pinturas murales del siglo XVI de las que se desconocía la existencia; un tesoro que, como las pinturas de Tito Bustillo, durmió durante años para ser desvelado por la casualidad.


La iglesia de Moru fue siempre punto de encuentro de las aldeas colindantes; situada en un alto equidistante entre Nocéu, Tezangos, Cueves, Sardéu, el Carmen, Tresmonte y Soto, los vecinos no perdieron nunca la costumbre de reunirse en ella, celebrando allí las misas, bautizos y bodas, aunque la iglesia estuviera derruida, sin techumbre ni pórticos, y las campanas del lugar sonaron siempre de la mano de José Antonio, amparado por el apoyo de unos vecinos muy preocupados de no perder esta tradición ni lugar y por inculcar esta práctica a las generaciones que fueron llegando. Fue en el año 2008 cuando se formó la asociación cultural Iglesia de Moru, cuyo objetivo era, y es, el de reconstruir y conservar una iglesia y unas pinturas maltratadas por el paso de los años y la desidia de las Administraciones.

José  Antonio Martínez Somoano recibió un emotivo homenaje en Moru.


El repique de campanas reivindicativo también abrió la celebración de los diez años de andadura y trabajo de esta Asociación,  en los que han conseguido recuperar casi de manera íntegra el templo y el arte que en él se contiene, poniendo en valor con su esfuerzo y tesón una joya del románico única en Asturias. En esta celebración quisieron homenajear al campaneru y la labor que desempeña, casi en peligro de extinción, al que entregaron una placa de agradecimiento de manos de la presidenta del colectivo, Ana Fernández.  También se aprovechó el cumpleaños para unirse a las celebraciones del 50 aniversario de otro tesoro del patrimonio cultural asturiano, la cueva de Tito Bustillo, con una charla a cargo de Miguel Polledo, guarda guía de la cueva, que acercó la historia de las pinturas de la caverna del macizo de Ardines a la historia de las pinturas de la Iglesia de San Salvador de Moru, desmenuzando similitudes entre ambas y el arte que contienen y poniendo de manifiesto aspectos compartidos entre cueva e iglesia, como el hecho de que las dos fueran centros sociales de encuentro de personas, que las pinturas de ambas durmieran escondidas durante siglos, o que una y otra representan un patrimonio cultural y artístico singular y de gran importancia no sólo en Asturias sino a nivel estatal y europeo, quedando de manifiesto que el arte mural en el concejo es de enorme importancia.
Las celebraciones se remataron con un concierto a cargo del Coro Capilla de Meres, que interpretaron un repertorio de clásicos que, con la acústica de la iglesia, sonaba a magia.

Tras las celebraciones todos los asistentes disfrutaron de una  animada espicha, que fue la manera perfecta de cerrar una jornada festiva en la que la iglesia de San Salvador y el arte de tocar las campanas sirvieron de excusa perfecta para celebrar patrimonio, vecindad y cultura.