Agricultores y ganaderos de toda Asturias tomaron ayer las calles de Oviedo y, a pesar de las restricciones de horario impuestas por Delegación del Gobierno que tan solo autorizó cuatro horas de manifestación, permanecieron durante toda la noche con sus tractores cortando la calle Uría en señal de protesta.
La tractorada arrancó en el campo de fútbol La Pixarra y en el Polígono Espíritu Santo, y ambas columas con cientos de ganaderos a pie y más de 200 tractores confluyeron en la calle Uría.
Cuando la cabeza de la manifestación llegó a la calle Marqués de Santa Cruz, al pie de la Junta General del Principado y el edificio que alberga la sede de la Presidencia, se calentaron los ánimos y agentes antidisturbios del a Policía Nacional cargaron contra los manifestantes, que pretendía acceder a la calle peatonal Suárez de La Riva, donde está la escalinata que da acceso a la Presidencia del Principado de Asturias.
https://x.com/EPAsturias/status/17555723067876107https://x.com/Asturias/status/1755572306787610767?s=2067?s=Desde las organizaciones convocantes, URA y USAGA, apuntaron que el propósito de llegar hasta la Presidencia era solicitar una reunión con Adrián Barbón. Finalmente, tras más de una hora y media rodeando el edificio, acordaron reunirse hoy viernes con el consejero de Medio Rural y Política Agraria, Marcelino Marcos Líndez. Un encuentro necesario que vino acompañado, tanto desde URA como desde USAGA, de la petición al Gobierno regional de tomar en serio «a un sector que está muerto y dejado de la mano de dios».
#VÍDEO Carga policial en la concentración de ganaderos y agricultores frente a la presidencia del Principado en Oviedo pic.twitter.com/7W7aNIZ6M3
— EuropaPress Asturias (@EPAsturias) February 8, 2024
La tractorada de Oviedo pasó la noche en Uría
Nunca antes la calle Uría tuvo un paisaje tan peculiar. Y es que, contraviniendo las autorizaciones, la tractorada de agricultores y ganaderos de Asturias decidió pasar la noche en Oviedo.
Así decenas de vehículos colapsaron la que es la arteria principal de la ciudad, que se convirtió en un campamento improvisado en el que los manifestantes cenaban, charlaban o pegaban una cabezada en el interior de los vehículos.
