Desde ayer, en redes sociales circula una singular esquela en honor a Libertaria y Sandungu: los dos campeones de raza Casina que fallecieron recientemente en Cangas de Onís como consecuencia de la Enfermedad Hemorrágica Epizóotica (EHE) que tiene en jaque al medio rural en Asturias y mantiene a los ganaderos "rezándole a la Santina" para que haga frío y el mosquito causante desaparezca.
Ambos animales han sido una de las pérdidas más significativas del campo asturiano por tratarse de ejemplares absolutamente excepcionales y, como aseguraban sus dueños, de un «valor incalculable».
Quizás por eso y aunque desconocemos el autor de esta esquela de Libertaria y Sandungu, en las últimas horas este panegírico se ha transformado en la imagen de uno de los dramas recientes de la ganadería asturiana. No nos referimos, únicamente, a la pérdida de estos dos ejemplares sino que la propia esquela pone voz al malestar existente entre el mundo ganadero ante lo que consideran falta de medidas ante la crisis que ellos mismos califican como "el COVID de las vacas". Algo que trasciende en esa frase tan utilizada en las esquelas -"la familia no recibe"- pero que va un paso más allá en esta ocasión.
Las familias no reciben (y menos si son políticos del Gobierno de Asturias)
Sea quien sea el autor de esta esquela, lo cierto es que ha logrado el objetivo de ocupar muchas pantallas en el Principado y alzar la voz para denunciar una crisis que, todavía hoy, mantiene en jaque a muchas ganaderías.
