«El Gobierno de Adrián Barbón está convirtiendo esta tierra en un paraíso para el furtivismo y los incendios» es el mejor resumen que puede hacerse de la intervención de Álvaro Queipo, líder del PP en Asturias, en las inmediaciones del Puente Romano de Cangas de Onís. La afirmación se fundamenta en el hecho de que, desde hace 15 días, los agentes de la Guardería de Medio Natural del Principado de Asturias solo trabajan desde las 8h hasta las 15h, y de lunes a viernes. Algo insólito que, como declaraba el líder popular, «está poniendo en jaque y en serio peligro tanto la vigilancia como la protección medioambiental de Asturias».
La razón de este singular recorte no es otra, según explicaba Queipo a los medios allí congregados, que la Consejería «quiere imponer una serie de horarios y procedimientos que aumenta la carga burocrática de los agentes medioambientales, que deberían estar liberados de ella para poder hacer su trabajo». Algo que, para Queipo, es sinónimo de que «la Consejería no está dejando trabajar y, además, el caos que está imponiendo a nivel de organización interna está suponiendo un problema enorme para la Asturias rural, para Asturias en general y para la imagen del Principado de Asturias». El «despropósito», como lo calificaba el líder del PP de Asturias, es tal que «a día de hoy si alguien pesca un salmón un viernes por la tarde, tiene que esperar al lunes para poder precintarlo».
Quien pesca un viernes por la tarde, recibe desde el Principado la instrucción de que lo meta en frío. Ese es el nivel del Gobierno de Asturias
Lejos de ser únicamente un problema que afecta a la pesca, la magnitud del problema de esta reorganización de horarios que ha rechazado la gran mayoría de los agentes medioambientales de Asturias va mucho más allá. «Se han llegado a anular o suspender cacerías porque los guardas se tienen que recoger a las 15h», declaraba visiblemente enfadado Queipo. Pero la cosa va mucho más allá y es que, lejos de que este recorte horario afecte únicamente a estos dos deportes, tiene una incidencia directa en la ganadería. «Si un ganadero sufre un daño un viernes por la tarde, ningún guarda puede ir a constatar esos daños hasta el lunes», decía.
¿Cuánto puede quedar de un potro, de un ternero o de una vaca si, del viernes por la tarde al lunes por la mañana, tiene que esperar a que vaya un guarda?
El furtivismo y el peligro de incendios, otra consecuencia de esta medida de la Consejería
Acompañado de los diputados regionales Luis Venta y José Felgueres, además del alcalde de Cangas de Onís, José M. González Castro, Queipo también incidió en que este «despropósito» también está poniendo en riesgo a Asturias ya que la falta de guardas provoca «que no puedan hacer sus labores de vigilancia y prevención en materia de incendios forestales». «Este absoluto desorden afecta a pescadores, cazadores, ganaderos, a la gente del medio rural y, por tanto, a todos los asturianos porque a todos nos afectan los mismos problemas».
Asturias no se merece tener un Gobierno que es incapaz de gestionar lo que los asturianos estamos pagando
«Céntrense en lo importante», decía para terminar su intervención, «sabemos que queda poco de Gobierno de Barbón pero, lo que les quede por favor, dejen Asturias lo mejor posible. Arreglen este desaguisado, pongan fin a este caos, den el servicio que Asturias merece y demos la imagen que tenemos que dar a España y al mundo».
Además de estar en peligro, Asturias se puede convertir en el paraíso del furtivismo
Antón Caldevilla, presidente de El Esmerillón, también tuvo unas palabras para la prensa que comenzaron dejando claro que «esto no era un tema político». «Los pescadores estamos ahora mismo desamparados, los ríos están sin servicios de nada y ya no solo los precintajes sino también, cara al verano, el estiaje de agua, y puede darse el furtivismo». Además de incidir en que la queja no es, únicamente, a la asociación a la que representa sino que es común a otras asociaciones de pescadores, Caldevilla no dudó en decir que «la Administración se tiene que sentar y tiene que ser una prioridad tremenda tanto en los ríos como en lo demás. A los salmones les quedan 15 días, pero la temporada de caza se abre en nada. Tenían que estar sentados desde por la mañana hasta por la tarde para solucionarlo ya».
