Los indianos de Parres

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photo_camera "Indianos" el pasado jueves en Arriondas.

Como ya comenté varias veces en la última década, el “Día de América” ya se celebraba en Arriondas años antes de que se hiciese lo mismo en Oviedo, de modo que la Asociación de Profesionales del Comercio de Arriondas tomó buena nota de este dato y les ayudó a poner en marcha la Feria de Indianos que tuvo lugar en el mes de agosto en sus inicios y -ahora- en los llamados jueves indianos, en julio.

Efectivamente, hace al menos setenta y siete años que -coincidiendo con las fiestas del Carmen en Arriondas- se dedicaba una jornada de las cuatro que duraban las fiestas a agasajar a los que habían retornado desde el continente americano.

Pocos asturianos habrá que no tengan uno o varios antepasados que no hayan ido como emigrantes a América, muy especialmente hacia Cuba, México y Argentina.

Así, en el programa correspondiente al 20 de julio de 1947, bajo el titular “Día de América”, se puede leer textualmente: “A las 12, en los salones del Casino y en honor a todos los “americanos” llegados recientemente de ultramar, se les obsequiará con un rico cocktail tipo “Cuba Libre” como recuerdo inolvidable de ese día de confraternidad hispanoamericana”.

El primer “Día de América en Asturias” celebrado en Oviedo tuvo lugar tres años después, exactamente el 23 de septiembre de 1950.

Alfonso Iglesias fue el principal creador y planificador de la S.O.F. y del desfile que sigue celebrándose en las calles de Oviedo cada mes de septiembre.

No se nos escapa que este famoso dibujante (inventor -entre otros- de los famosos personajes de Pinón, Telva y Pinín) ya conocía la celebración del “Día de América en Arriondas”, pues él mismo fue el autor del cartel de las fiestas del Carmen de ese año 1947 (aún no había “nacido” la Fiesta del Bollu en Arriondas).

Fueron los “indianos” toda una institución, especialmente en estas tierras del norte de España, algunos ricos y envidiados, aunque fueron muchísimos más los que fracasaron en su intento personal de mejorar las condiciones de vida que se daban en nuestro país a finales del siglo XIX y comienzos del XX.

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Sólo entre 1850 y 1970 se calcula que cerca de 300.000 asturianos emprendieron viaje fundamentalmente desde Gijón, Santander y La Coruña con destino principal a Cuba y México. El bergantín “Habana” riosellano supo mucho de eso. Apenas regresaron triunfadores el 5%.
En esas mismas fechas unos 2.800 parragueses emigraron a América, la mayor parte de ellos siendo muy jóvenes. Allí trabajaron en ramos como el azúcar, tabaco, café, industria, ganadería, hostelería, comercio, tiendas y almacenes. Algunos permanecieron allí hasta su muerte y otros retornaron a sus pueblos de nacimiento, contribuyendo -en aquellos casos en los hicieron fortuna- al desarrollo de sus lugares de origen.

Desde que Cristóbal Colón llegase hace casi 532 años a lo que él creyó que eran las Indias Orientales y no un continente nuevo del que Europa aún no tenía noticia (después bautizado como América), allí fueron a ganarse la vida -o simplemente a la aventura- miles de compatriotas desde estas tierras.

La arquitectura indiana en nuestro concejo es notable, con edificios que forman parte de su gran patrimonio histórico.

Los parragueses -como todos los asturianos- tenían una especie de “mentalidad migratoria”, mezcla a la vez de coraje y de ternura, de deseo de conseguir el triunfo económico y de prestigio personal, junto con el deseo de compartirlo después aquí con sus propios coterráneos.

Citemos como ejemplos más notables del mismo el chalet de la familia Valle, La Teyería, La Casona, los chalets llamados de “Moros” y “Cristianos” en Prestín, los “Habana” en Castañera, así como el de Severino Pando, Villa Juanita (este el año pasado cumplió su centenario), Villa María, Villa Margarita, Las Lilas, Abarca y tantas otras edificaciones para uso personal, social, eclesiástico, sanitario, asistencial, educativo, etc. que se levantaron con capital “indiano”.

Pocos asturianos habrá que no tengan uno o varios antepasados que no hayan ido como emigrantes a América, muy especialmente hacia Cuba, México y Argentina.

Los parragueses -como todos los asturianos- tenían una especie de “mentalidad migratoria”, mezcla a la vez de coraje y de ternura, de deseo de conseguir el triunfo económico y de prestigio personal, junto con el deseo de compartirlo después aquí con sus propios coterráneos.

No debo terminar este comentario sin agradecer -una vez más- a los Profesionales del Comercio de Arriondas, Hostelería de Parres y demás organizadores del evento que hubiesen pensado en quien redacta estas líneas -en el año 2016- para desempeñar el papel de primer “Indiano de Honor”, con la llegada en ferrocarril y el correspondiente pregón posterior, una figura novedosa en aquella joven celebración.

Los signos externos, puesta en escena o “escenografía” de este tipo de actos son importantes y -por ello- aconsejan la simulación de cómo sería el regreso a la tierra de nacimiento de aquellos antepasados.

Concluyamos estas consideraciones con la reflexión del dramaturgo asturiano Alejandro Casona cuando, en 1939, dejó escrito en el libro de Oro del Centro Asturiano de Buenos Aires: “Asturias está expandida por el mundo entero; y el viajero nacido allá, siente el orgullo noble y la emoción inmensa de pertenecer a una tierra que -siendo pequeña- es en los mapas del espíritu tan ancha y tan profunda”.